Emociones
Tendemos a juzgar nuestras emociones y a unas, las consideramos positivas y a otras, negativas.
Primer error: las emociones no son ni positivas ni negativas. Son, simplemente emociones, y están ahí para que las sintamos.
Es más, en cada emoción puede haber un aprendizaje y, aunque nos hayan dicho que no, la energía de esas emociones que llaman «negativas» la podemos usar a nuestro favor.
Por ejemplo: el enfado.
Educacionalmente nos hacen percibir que el enfado, la rabia, la ira, el cabreo, la mala leche…es algo negativo y, entonces, cuando lo sentimos, solemos hacer dos cosas:
- Nos engañamos y hacemos como si no pasara nada — cuando sí está pasando —
- O nos sentimos culpables porque estamos sintiendo algo que nos han dicho que no debiéramos sentir.
Cuando estés cabreada, siente tu mala leche hasta la última gota. Si está ahí, es porque eso es lo que toca sentir. Esa emoción está por algo y para algo.
Date cuenta de que hablo de «sentir», no de «actuar».
Porque si algo o alguien está desatando tu ira y actúas, te equivocarás. Exagerarás tus sentimientos, dirás cosas que en realidad no sientes de esa manera y todo acabará en un campo de batalla con heridas para la otra persona y con heridas para ti. Y las heridas, ya sabes, dejan cicatrices.
Todo esto te lo cuento porque ya lo he vivido y, casi seguro, que tú también.
Así que el segundo consejo es: sentir sí, pero actuar contra lo que te está enojando, no.
Cuando estés sintiendo el enfado has de ser consciente de que esa energía impulsiva e intensa puedes usarla a tu favor, como decía antes.
Yo, al menos, así lo hago. La fuerza del cabreo me permite ser más resolutiva, actuar con más seguridad, fiarme simplemente de mi propia aprobación.
Y aprovecho esta energía a mi favor. ¿Cómo? Pues para terminar asuntos pendientes, para llevar a cabo tareas que requieren cierta determinación, como labores de orden y limpieza en el hogar…., hacer esos encargos para los que nunca saco tiempo, como comprar un libro que tengo en mente hace tiempo o encargar mi incienso preferido…
Todo ese impulso arrollador que me trae la mala leche lo encauzo hacia labores que estaban en el dique seco y aprovecho ese ímpetu para desencallarlas.
Esto siempre funciona porque transformas la ira en fuerza motriz constructiva.
¿Y sabes qué? Cuando haces esto, no te «importa» enfadarte. Y te das cuenta, como te decía al principio, de que no hay emociones «buenas» y emociones «malas». Hay simplemente emociones, y todas están ahí para brindarnos aprendizajes que nos permiten dar pasos en nuestra vida.
Te propongo que agradezcas todas las emociones que eres capaz de sentir y que seas consciente de que ese abanico tan amplio trae diversidad y riqueza a tu experiencia de vida.
Siente todo lo que hayas de sentir, sin miramientos, sin límites, sin juicios, sin culpas, sin miedo…porque si sientes todo serás una mujer cada vez más rica y experimentada.
Noemi dice
Desde hoy mismo mi verbo favorito es sentir!!!
Palabras a la Vida dice
¡¡ Me encanta, Noemí, tu pasión y tu determinación !! A SENTIR sea dicho 🙂 Muchas gracias por tus palabras y un abrazo muy sentido para ti!!
Maria Virtudes dice
Simplemente, GENIAL.
Gracias
Palabras a la Vida dice
¡¡ Cómo me alegra, María Virtudes, que te haya gustado !! Muchas gracias por compartirlo 🙂 Un abrazo grande !!
Conny dice
Excelente el modo de encauzar las emociones negativas (porque de algun modo hay que llamarlas para distinguirlas) para construir, gracias.
Palabras a la Vida dice
¡¡Muchas gracias, Conny, a ti, por el aprecio que expresas y por compartirlo!! Un abrazo grande 🙂