Verano
Cuando era pequeña me parecía que el verano era una época «eterna» en la que ocurrían demasiadas pocas cosas. Un intervalo largo en el que el ritmo de la vida se enlentecía.
Y recuerdo ese ambiente soporífero al resguardo de una habitación fresca, con la persiana bajada, entre rendijas, en un ambiente de ensoñación que me encantaba.
Mi madre se encargaba, a la perfección, de abrir la ventana cuando había que abrirla, para ventilar, y, luego, decidía con precisión la hora de cierre, para que la habitación guardara el frescor.
Estos días he vuelto a conectar con estas sensaciones. Al abrir cada mañana la ventana para ventilar he respirado profundamente el aire del día recién estrenado. Y, al respirarlo, me he puesto a «charlar» con él.
¿Eres consciente de la atmósfera con que amanece cada día? ¿Dialogas con las estaciones?
Una vez leí que los monjes budistas cada vez que, al empezar el día, abren las ventanas del monasterio, «conversan» con la estación meteorológica en la que se encuentran.
En el invierno, las temperaturas bajo cero; en verano, el sofoco del calor; en primavera, el jolgorio de los pájaros; en otoño, el viento en las hojas.
¿Qué te ha contado esta mañana el verano — si estás en el hemisferio norte — o, el invierno — si estás en el sur — ?
Ayer amanecí en casa de mis padres. Salí al balcón, respiré profundamente y el nuevo día me trajo el aroma de la hierba cortada secándose al sol. Los campos ya están segados y la hierba se apila en hileras para que vaya secándose antes de convertirla en fardos.
El día me trajo esa esencia y me habló de recuerdos de la infancia; me dio la oportunidad de volver a tener ocho/nueve años y disfrutar de la fiesta que acompañaba a la dura tarea de la siega.
Y pensé en las polaridades, en el blanco y en el negro, en el esfuerzo y en la fiesta…Y recordé que todo es uno, que pasar de una cara de la moneda a la otra es simplemente una cuestión de vibración. Se trata de elevar nuestra vibración y, entonces, se pasa de lo pesado a lo liviano.
Y para elevar nuestra vibración es necesario hacer mucho más lo que amamos.
¡Ya ves todo lo que me ha contado el verano! El único requisito es abrirle la ventana y darle los buenos días.
Hemos desconectado tanto de la Naturaleza que ahora vivimos los cambios de tiempo como amenazas: olas de calor, olas de frío…alertas por altas y bajas temperaturas, por vientos…
No temas. Confía y pregúntale a la estación cada mañana. Siéntela en tu piel. No te de miedo el sudor, el sofoco…la sed. Están ahí para hablarte de todo lo natural que hay en ti, para recordarte que formas parte de ello.
Cada estación es una expresión de ti. Entrégate y déjate guiar por lo que te cuenta. Viene de la eternidad de los tiempos y de la infinitud de los espacios. No la amordaces más. Su sabiduría es un lujo que no puedes despreciar.
Cada mañana, al abrir la ventana para ventilar, respira con profundidad y pregúntale: ¿qué me cuentas?
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Isabel Garcia Garcia dice
Que buena idea ha sido preguntar al verano y darle los buenos dias!!!… ha sido un remolino de emociones, olores…
Emoción porque he vuelto a sentir muy cerca mi niñez… he buscado a mi madre, la he recordado cuando madrugaba para irse al campo, y en esa hora tan temprana era cuando compartíamos los olores del amanecer, a cereal recién cortado, a tierra mojada y a caricias del viento en nuestra cara.
Mil gracias Garbi, por hacer que las mañanas de verano vuelvan a ser bonitas.
Un abrazo.
Palabras a la Vida dice
¡¡ Qué comentario más bonito, Isabel !! Está claro que el verano nos despierta los sentidos 🙂 Los «aromas» de tu verano son muy sugerentes y llenos de ternura y belleza, como todo lo que compartes con nosotras 🙂 Muchas gracias por tus palabras. ¡¡ Un abrazo !!
Silvia dice
Me encanta el aire renovado que ha entrado a tu web; como el de las mañanas de verano.
Palabras a la Vida dice
¡¡¡ Ooohh, Silvia !!! Muchísimas gracias 🙂 Me hace mucha ilusión que te guste y que me lo hayas dicho. Un abrazo grande !!