Te acompaño
Las palabras crean nuestra realidad y le dan un sentido. Nuestros pensamientos están hechos de palabras. Lo que pensamos es lo que sentimos, lo que sentimos es lo que hacemos y el conjunto de nuestras acciones es nuestra vida. ¿Véis como todo empieza en la palabra?
Me encanta recibir escritos de la comunidad de mujeres de Palabras a la Vida. En este blog siempre encontrarán un lugar porque es un altavoz para todo lo que sale del alma.
Hoy váis a conocer, a través de su escrito, la historia de Yolanda María. Es seguidora de Palabras a la Vida y alumna de la Escuela on line de escritura personal de Palabras a la Vida.
Le he pedido que me contara algo sobre ella para presentárosla y como resumen os diré que :
Yolanda escribe cuando algo dentro de sí le pide paso. Es una mujer a la que le importan los sentimientos y las emociones y que trata de aprender de todas las experiencias que le trae la vida.
Le apasionan la meditación y el mindfulness porque la vida solo ocurre en el presente.
La escritura también es una manera, para ella, de practicar la atención plena y darse cuenta a cada momento de sus sentimientos y emociones. Para acallar los pensamientos — dice — las manos han de estar en movimiento; por eso escribe y le encantan la costura y el patchwork.
También le fascina la vida porque cree que es el mayor de los regalos que podemos recibir. Nos pide que si leemos su escrito, pensemos que le estamos leyendo el alma.
Yolanda ha acompañado a su esposo en un proceso de enfermedad y, poco a poco, se va recuperando y las cosas han empezado a salir. Éste es su maravilloso escrito. Muchas gracias Yolanda por tu valentía, por tu alegría y por tu sentido del humor y del amor.
TE ACOMPAÑO
La historia de Yolanda María contada por ella
Si yo tuviese la capacidad y la fuerza para escribir un libro en este momento, «TE ACOMPAÑO» sería el título.
Me gustaría hacer un pequeño homenaje a todas las personas que están al lado de una persona enferma. Seguro que todas estáis pensando: eso es ser cuidadora…
Me gustaría hacer un pequeño homenaje a todas las personas que están al lado de una persona enferma. Me estoy refiriendo a la persona que acompaña; no me gusta la palabra cuidador.
No me gusta la palabra cuidador porque cuidarse, ya se cuida uno mismo.
Me estoy refiriendo a la persona que acompaña a otra en un proceso de enfermedad, sea cual sea.
Me refiero a esa persona que durante un tiempo deja su vida para vivir la vida de otra, para intentar ponerse en su piel.
Ese acto de amor que hace que ,sin pensarlo dos veces, tome su mismo tren, sin saber en qué estación se va a bajar ni cuánto tiempo va a durar el viaje y que poniéndose su mejor traje piensa: no importa, te acompaño.
Y a veces, se para a pensar en lo que significa ese » te acompaño» y a veces ,también, se pregunta si el otro querrá que lo haga porque ni tiempo le ha dado la vida de consultarle.
Y empieza el viaje…
Al principio es como un baile que no han bailado nunca, uno pisa al otro. Quiere hacerlo tan bien que se adelanta al ritmo de la música, alguna vez le da pisotones.
Con el tiempo va aprendiendo cuál es su sitio. El sitio exacto para no entorpecer el trayecto. Ha aprendido que su sitio exacto es junto a él pero medio paso por detrás.
Sí, medio paso por detrás, porque así puede ir recogiendo la energía y la fuerza que él va perdiendo poco a poco para, después, dársela como una medicina mientras duerme y le abraza.
Una persona que ha aprendido a no preguntar mucho. Aunque le estén comiendo los nervios y las ganas de saber si él ya se encuentra un poco mejor.
Sin decir nada, nota cómo le baja la voz tres tonos y sabe que cuando esos tonos vuelven a subir es que empieza la remontada.
-¿Necesitas hablar ? — le pregunta.
– No – contesta él.
Y ella, que quisiera decirle tantas cosas, va aprendiendo a respetar sus silencios, a oír sus bostezos sin contarlos. Ya sabe que esos bostezos son suspiros que da el alma.
Acompañarle en el paseo a su ritmo, despacito, porque es lo que toca. A veces él se esfuerza demasiado por andar cien metros más y ella que lo nota dice : ¿paramos?, me duele la espalda.
Acompañarle a la consulta apuntando en su agenda: no olvidar que pregunte esto o lo otro; observar fijamente la cara del médico mientras mira la analítica por si alguna mueca se le pudiera escapar.
Esa persona a través de la que la vida hace aprender un poco de la carrera de medicina.
Y hacer o decir tonterías hasta conseguir sacarle una sonrisa que pinte su cara de mejor color. Eso, si se le da bien.
Pero otras veces se le pone ese nudo que ahoga. Respira profundamente, se abandona y se deja llevar por la vida intentando aceptar que esto es lo que les toca vivir; entonces, levanta la cara y las manos al cielo y le pide a Dios y a la vida fuerza. Le pide también poder conservar ese humor que siempre ha tenido y tantas veces le ha servido como tabla de salvación . ¿De qué serviría amargarse y tener rabia? A ella, de nada. Es, entonces, cuando el nudo empieza a aflojar.
En los momentos de miedo, de » sus miedos», cambia los pensamientos negativos por otros positivos , escucha música o incluso canta.
Las lágrimas, para otro rato — se dice– ahora él está delante. La ducha es el mejor momento, después ni se notan.
Se ha grabado a fuego, cuando pregunta para interesarse por un enfermo, no olvidarse de una frase, un bálsamo para el alma de la persona que le acompaña: «y tú, ¿cómo estás?» ¡Lo agradece tantísimo!
Cuando toca el tratamiento, se sienta frente a él porque le gusta ver caer la primera gota. Él, lo llama veneno. Cuando esa primera gota cae, ella cierra los ojos y le da gracias. Le da gracias por existir y por tener acceso a ello.
Y ahora, que queda poco para llegar a la última estación del tratamiento, se dice a sí misma que ha aprendido mucho. Desde su posición de medio paso por detrás ha observado y ha escuchado muchísimo. Está haciendo las prácticas de lo anteriormente aprendido. Gracias a que tuvo buenos maestros. Aprendió con los mejores.
Esa persona que, cada noche, antes de cerrar los ojos le gusta dar las gracias por un día más vivido. Gracias por todas y cada una de las personas que se interesan por ellos. Gracias por esas palabras de ánimo y cariño verdadero.
Gracias por esos pequeños detalles que han llegado de todas partes, todos van en su bolso.
Gracias por esos rezos y plegarias, por ese Reiki a distancia, seguro que harán su efecto.
Está segura de que con todo esto, el viaje, que pronto terminarán juntos, tendrá una última estación maravillosa. No puede ser de otra manera.
Desde su posición de medio paso por detrás , está contando lo que siente y vive esa persona que acompaña. Lo que siente y vive el enfermo, eso, … sería otro libro.
Algún día, ella le contará a él cómo ha vivido eso de acompañar.
Esa persona que espera y desea desde lo más profundo de su corazón que a partir de ahora su camino sea andando juntos, sin que ninguno de los dos tenga que ir medio paso por detrás.
Si, como he dicho al principio, algún día escribiese un libro , seguramente ésta sería la primera página.
GRACIAS
Texto de Yolanda María
Te acompaño
Susana dice
Cuanto amor y respeto.
Me alegro que se acerce el momento de acompasar el paso. Lujo de acompañante…
Felicidades «Valientes»
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, Susana !! Tienes razón, hay mucha valentía en esto de «acompañar». Y desde luego, que alguien acompañe como Yolanda María es un «lujo de acompañante», como bien dices. Poco a poco los pasos se van acompasando y eso es muy hermoso. Muchas gracias por compartir tus palabras. Ahora mismo las publico para que le lleguen a Yolanda 🙂 ¡¡ Un abrazo grande, Susana !!
Montse dice
Que profundas tus palabras Yolanda, siento toda la empatia hacia tí por tus vivencias ya vividas hace algún tiempo pasado. Tu compañia es lo mejor que das y tu LUZ tu mayor energia. Estas experiencias son las que nos hacen crecer como personas aprendiendo que lo más simple es lo más valioso, dar AMOR incondicionalmente nos ilumina el Alma.
Muchas Gracias por compartir
el calor de tu luz y energia ayudará a Vivir
Un abrazo enorme.
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, Montse !! Muchísimas gracias por tus palabras hacia Yolanda. Ahora mismo las publico para que ella las pueda leer. Muchas gracias por tu idea de compartir este escrito con tus compañeros del máster. ¡¡ Es genial !! Un abrazo grande 🙂
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, de nuevo, Montse, tesoro !! Discúlpame. Tengo otro comentario de otra chica que también se llama Montse y que aún no conozco y os he confundido — jjj — Ella es la que me ha contado que está haciendo un máster — jjj — Muchas gracias por tus palabras hacia Yolanda. Es cierto, su experiencia es un ejercicio de amor incondicional que nos ilumina a todos. Espero Montse que te encuentres muy bien y disfrutando de los tuyos. ¡¡ Un abrazo enorme !!
Mamen Pueyo Bergua dice
Yo también Te Acompaño Yolanda, a tí y a todas las «yolandas» que, como tú, han aceptado esa oportunidad difícil que nos ofrece la vida para estar en ese camino de la enfermedad grave de una persona cercana. Tras esa apariencia de prueba dura, ingrata y cruel, se esconde un regalo de luz, de amor y generosidad que sólo quien ha pasado por ella de manera consciente descubre. Por eso te acompaño y te quiero dar las gracias por poner tu experiencia en palabras y por dejarnos leer tu alma.
Palabras a la Vida dice
Es muy hermoso, Mamen, lo que dices y nos transmites, a Yolanda y a todas 🙂 Admiro a las personas que nos enseñáis a acompañar y a mirar desde el amor sin límites cualquier situación por complicada que sea. Publico tu comentario para que que lo pueda leer Yolanda. ¡¡Un abrazo enorme !!