No sé si has oído hablar de la «ley de la cosecha». Es una ley que dice que cuando queremos recoger algo, antes hemos de sembrarlo. Como los agricultores. ¿Qué pasa si queremos recolectar respuestas? Aquí la cosa cambia, nos haremos preguntas...; preguntas que ayudan a sentirse bien. Te lo explico:
Si un labrador quiere cosechar trigo, ha de sembrarlo. Pues lo mismo para las cosas de la vida. Si tú quieres recibir amor, primero has de sembrarlo. Y , luego, dedicarle un tiempo a regarlo, hasta que te traiga la cosecha.
Si quisieras salud, pues lo mismo. Necesitarías sembrar en tu vida hábitos saludables — comida sana, ejercicio, descanso…–, seguir esas pautas durante un tiempo hasta que te lleguen los frutos de la cosecha.
Es una ley magnífica y sencilla. Pero cuando estás buscando respuestas, vamos a decir que funciona de otra manera. Al menos ésa es mi experiencia personal 🙂
Porque cuando tú estás buscando respuestas, si te las estás dando continuamente, no recoges respuestas, sino más dudas. ¿Por qué digo esto?
Según la ley de la cosecha, si queremos recolectar respuestas, primero deberíamos sembrarlas. Pero argumentar respuestas significa entregarnos en brazos de nuestro «parloteo mental», significa sucumbir a los tejemanejes de la cabeza, a sus excusas y autoengaños. En esto somos superhábiles. Y cuando buscamos respuestas, eso es lo que menos queremos.
Cuando buscamos respuestas, queremos que hable el corazón y no la mente. Los asuntos de la mente son otros. Las respuestas a lo que somos nos las da solamente el corazón.
Entonces, para recoger respuestas de verdad, de las que da el corazón, he aprendido que lo que hay que sembrar son….PREGUNTAS PODEROSAS. Preguntas que ayudan a sentirse bien.
Sólo por una sencilla razón: porque este es el lenguaje del corazón. Es su lengua, su manera de que nos conectemos. Al corazón le encantan las preguntas que ayudan a sentirse bien. Nosotras las hacemos, las lanzamos al aire, sin esperar respuesta, sin esa neurosis desde la que nos solemos relacionar con la mente. Insisto: estamos comunicándonos con el corazón ♥
Haces la pregunta, la sientes y la olvidas. Entonces es cuando el corazón dice: «mensaje recibido».
¿Y qué ocurre? Que el día menos pensado, cuando tú ya te habías olvidado de la pregunta, el corazón…¡zas! te entrega una respuesta. Y ¡Santo Dios! atas cabos y te das cuenta de que es la respuesta que estabas buscando, la mejor, y ¡aviso!, no tiene por qué ser la que más te gusta 🙂 Así son las respuestas del corazón ♥
Aquí van algunas preguntas que ayudan a sentirse bien . Forman parte de mi decálogo. Te invito a que añadas las tuyas.
1.- ¿Y si no tuvieras que hacer nada para sentirte mejor?
2.- ¿Y si nadie esperara nada de ti?
3.- ¿Y si has venido a esta vida sencillamente para permitirte ser como eres?
4.- ¿Y si decides estar plenamente donde te toque estar aunque no sea el lugar que tú hubieras elegido?
5.- ¿Y si empiezas a tratarte con amabilidad y ternura?
6.- ¿Y si decides creer en tu propia grandeza y en la de los demás?
7.- ¿Y si confías en que «Dios-el Universo-la Vida» — o como quieras llamarlo — te lleva de la mano y es cuestión de que tú te dejes llevar?
8.- ¿Y si lo mejor estuviera siempre por venir?
9.- ¿Y si respondiendo desde el amor los problemas se solucionaran en cuanto aparecen?
10.- ¿Y si te tomaras con sentido del humor lo que dicen o hacen los demás?
Preguntas que ayudan a sentirse bien.