CÓMO MIRAR A LAS SOMBRAS
Y LA RECETA ALEGRE DE UNA MONJA BUDISTA
La primavera es juguetona. Le gusta dar unos pasitos hacia delante y, cuando menos lo piensas, ¡zas! retrocede y hace como que no ha venido. Por eso hoy el cielo está gris.
Viendo su oscuridad me acuerdo de nuestras sombras. Son esas heridas que todos llevamos dentro y que no acaban de curar. El otro día una persona sabia me explicó cómo hay que mirar las sombras.
Me encanta la gente que tiene recetas para el alma y que las explica con la misma claridad con que te dice cómo cocinar un plato.
«A las sombras hay que mirarlas» -me dijo esa persona. Pero la mirada ha de ser breve. ¿Y sabes por qué? Porque lo oscuro engancha. La sombra nos atrapa, y, luego, no hay manera de salir de ella.
Así que lo primero es mirar las sombras solo un ratito. Y lo segundo, se refiere al cómo. Ha de ser una mirada bondadosa, amable, «y si te es posible» — me sugirió esa persona — «mira tu sombra con amor». Cuando se mira de esta manera tierna y comprensiva a una sombra, de alguna manera se le está llevando luz, la luz que necesita para empezar a transformarse y lograr que sane.
Yo lo estoy practicando con algunas de mis sombras, las que me dejan, y el resultado es brutal. Las integras en paz, puedes dedicarles una sonrisa y dejan de doler o, al menos, no duelen tanto.
En general, nos cuesta alegrarnos cuando a cualquiera le va bien. Lo explicaba el otro día una monja budista y me hizo reflexionar. La maestra espiritual exponía que cuando a alguien le va bien, por ejemplo, en el trabajo, lo solemos sentir como una amenaza. Creemos que para nosotros implicará una pérdida. Y ¿sabes por qué? Porque tenemos la creencia de la escasez y eso, según repetía una y otra vez la monja budista, es ignorancia.
«La Naturaleza no funciona así» — aclaraba la maestra budista — y decía «hay para que todo el mundo se sienta satisfecho y feliz». Esta frase me encantó porque llena de una alegría abierta y bondadosa.
La monja expresaba que celebrar lo bueno que hay en la vida de otros ayuda a celebrar lo positivo que hay en nuestra vida y en la de nuestros seres cercanos, que con frecuencia lo olvidamos, porque estamos centrados en lo que nos falta, en lo que nos gustaría que fuera de otra manera. A veces cuando nos damos cuenta de lo valioso que es, advertía, puede que ya sea demasiado tarde.
Cuando nos alegramos por los demás seres, estamos alimentando todo aquello que queremos cultivar, como la generosidad, la prosperidad o la alegría. Así que me he propuesto trabajar más con esta receta de la monja budista.
Querida Garbi. Es una alegría recibir tu post, me ha gustado tanto que me hace sentir fuerte para acariciar con amor mis sombras. Un abrazo lleno de agradecimiento. Isabel.
Querida Isabel, ¡qué requetebonitos son siempre tus comentarios! Están llenos de ternura y de belleza y me hacen sentirme feliz 🙂 Muchísimas gracias. Recibo tus palabras como un regalo y me siento afortunada. Un gran abrazo!
Hola Garbi, soy Noemi, me hiciste una carta a mi madre para agradecerle su compañia al yo enviudar y también me hiciste mi mapa, lo tengo enmarcado!!! PRECIOSO!!!
Escribenos más por favor!!! Me hacen tanto bien tus bellas palabras que mi alma se emociona.
Gracias, gracias, gracias.
¡¡ Noemí, cariño !! Qué alegría recibir tus palabras. Me has emocionado con lo que me cuentas. Muchas gracias por tu aprecio y por tu cariño. Te agradezco la motivación que me regalas. Le das un sentido a Palabra a la Vida. Un abrazo grande!
Hola me encanta este post, sé que me ayudara en los momentos oscuros, al seguir esos pasos conseguiré sacar aprendizaje de todo, muchísimas gracias por compartirlo.
¡¡ Hola, María !!
Agradezco de corazón tus palabras de aprecio hacia Palabras a la Vida. Valoro tu actitud de apertura y de aprendizaje constante. Es un honor para mí tenerte siempre ahí, acompañándome. Besos!