Tengo una amiga desde la infancia y esto es ¡ un tesoro !, sobre todo porque llevamos casi cinco décadas sobre el planeta. Nos hemos ido haciendo, y creciendo, como personas y, si bien éste es un proceso de cada una con la vida, nos sentimos cerca en el camino, una compañía de esas, con aroma a hogar, aunque haya kilómetros de distancia y meses sin vernos. Yo, a mi amiga, siempre la encuentro.
Uno de sus hijos se va a la universidad a otro lugar. Es probable que alguna de vosotras esté pasando por lo mismo. El otro día, a instancias de su madre, el hijo me enseñó unas cajas de la mudanza. Unas cajitas de cartón donde mi amiga le había ordenado primorosamente cierto menaje para la que será su nueva cocina en la residencia universitaria.
Cada día estoy más convencida de que el amor se siente más, no cuando se expresa — que también es importante –, sino sobre todo cuando se ve. Y en esas cajas de cartón yo vi un gran amor de madre.
Aún no estaban cerradas las cajas y me llamó la atención un cuaderno manuscrito y con cierta decoración artesana en la portada.
Me explicó el hijo de mi amiga que era un cuaderno de recetas de cocina. De esas recetas que, si has estado en un piso de estudiantes, sabes muy bien lo socorridas que resultan. Mi amiga le había hecho una magnífica selección. Y nuevamente volví a sentir que el ingrediente más abundante allí era el amor.
Me encantan los cuadernos, como sabéis, y mientras lo ojeaba, reparé en algo que me hizo mucha ilusión. En una de las hojas interiores, a modo de portadilla, mi amiga había pegado una de las cartas de los Pensamientos IMPULSO, de Palabras a la Vida. Éste es el texto de esa carta:
Soy tus decisiones acertadas. Si quieres una, mira si te doy o te quito energía y si te acerco o te alejo de tu sueño. Sabrás distinguirme.
Las madres tienen miedo de que sus hijos se equivoquen quizá porque les cuesta ver que sus hijos, lo mismo que ellas y que cualquier persona, tienen recursos. Todos los tenemos.
Lo importante en la vida, a mi modo de ver, es actuar y tomar decisiones. Hay que dar pasos al frente para evolucionar , pues la evolución, el cambio, es lo natural y para eso estamos aquí, aunque lo solamos ignorar.
En la frase de ese Pensamiento IMPULSO quise sintetizar algo así como un «protocolo» para decidir sin miedo. ¿Y sabes cuál es la clave, la maravillosa clave que abre todas las puertas? Lo único que importa es decidir desde el corazón. Hacer lo que alegra al corazón en ese momento y nada más. Así jamás una decisión es equivocada.
Puede que no nos traiga los resultados que esperábamos, pero, insisto, los resultados no son lo que más importa. Yo he seguido a mi corazón y, a veces, en los resultados, permitidme la expresión, he metido la pata hasta adentro. Pero os aseguro que esa era una decisión acertada, porque para mí lo que importa es tener paz, tranquilidad y vivir sin miedo. Y cuando la tomé, tuve todo eso.
Cuando tomas una decisión de esta manera, sales «entera» del proceso, y esto quiere decir que tu energía te sigue acompañando, así que si los resultados no fueron los que pretendías, continúas teniendo fortaleza para seguir buscándolos. Todo es mucho más natural y más lúdico. Porque la vida es un juego: a veces, ganas; otras, pierdes y siempre evolucionas. ¡Esto no te lo quita nadie!
No lo deben perder de vista los hijos que se van de casa, los que lo hacen ahora y los que lo hicimos hace mucho, mucho tiempo. Es lo que nos enseña la Madre Vida.
Quizás las que tengáis mi edad lo recordéis. Cuando nos aprendíamos de memoria los «mandamientos», decíamos » y «estos diez mandamientos se encierran en dos…» Lo voy a parafrasear: para que nuestras decisiones sean «acertadas» no hay que perder de vista dos cosas:
1. Decidir desde el corazón: lo notas cuando experimentas que una decisión te da energía, te acerca a tu sueño, y si obervas tu cuerpo, te hace sentirte liviano. Si te quita energía, te empequeñece y sientes en tu cuerpo un peso o una carga, no es una decisión acertada.
2. Tener presente que lo que hacemos trae consecuencias, por lo tanto, has de estar atento a esas consecuencias porque son un fiel reflejo de cómo eres, y te darán pistas de en qué has de cambiar para lograr otros resultados.
Con estas premisas, no existen los errores, sí los aprendizajes, y el entusiasmo para mejorar y convertirnos en quien deseemos ser. ¡Adelante!
( A mi amiga Marisa, por su entrega )
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