El otoño es la estación más femenina del año. El fruto tuvo su plenitud en el verano y ahora se descompone para soltar su semilla. Esa semilla que se entrega de nuevo a la Madre Tierra para que la acune en su gestación. Es tiempo de cuidados en la oscuridad del manto subterráneo, para que ese germen se vaya nutriendo y fortaleciendo en un nuevo ciclo creativo que saldrá afuera la próxima primavera.
¿Te das cuenta de por qué digo que el otoño representa el principio de lo femenino? Porque sabe a Tierra, a Bosque, a la humedad en la que surge la vida y porque es la estación en la que mejor se aprecia esa alquimia de la vida-muerte-vida. Esa magia del ciclo creativo en la que siempre supo moverse lo sagrado femenino, porque es su ámbito y su universo. En este territorio «la mujer que corre con lobos» — como la ha bautizado Clarissa Pinkola — despliega su poder natural y salvaje como maestra sabia de los ciclos.
Te cuento esto porque hoy te traigo la historia profunda de una mujer de la comunidad de mujeres de Palabras a la Vida.
Ya sabes que siempre que me es posible procuro que tengáis conocimiento unas de otras. Me encanta que vuestras historias nos sirvan de espejo de lo que podemos llegar a ser.
Hoy te traigo la historia de Laura contada por ella misma. Es seguidora de Palabras a la Vida y alumna de los cursos de la Escuela on line de escritura personal de Palabras a la Vida.
De su experiencia personal en la muerte de sus seres queridos ha nacido una vocación profesional y ahora ayuda a otras personas en el tránsito. Su historia es profunda y hermosa. No te la pierdas.
OTOÑO
Simplemente vida, simplemente muerte
La historia de Laura contada por ella
Dos profundas transformaciones determinan el curso de nuestra vida: una es el nacimiento; otra es la muerte. Ambos son momentos de cambios radicales. Ambos nos llenan de sentimientos y pensamientos imprevisibles. Nos hallamos ante lo milagroso y lo misterioso. Tanto uno como otro son imprevisibles.
Y por qué escribo esto?
Haciendo una ruta de senderismo estos días, observé que el otoño ya está aquí. El morir de las hojas despojadas de su energía vital tras una vida plena, me llevó a recordar la muerte de mi padre y el nacimiento de mi primer sobrino (hechos casi simultáneos) que marcaron mi existencia. Casualmente, ambos acontecimientos sucedieron al principio de esta estación.
La muerte de mi padre y el nacimiento de mi primer sobrino — hechos casi simultáneos — marcaron mi existencia.
En otoño es cuando las hojas danzan con la brisa fresca, te hipnotizan hasta que caen sobre los pies de los árboles formando una alfombra-tapiz de hermosos marrones, rojos, anaranjados, amarillos…Las hojas son hermosas en su muerte. Los árboles son sabios y no se aferran a lo que ya no tiene fuerza vital. No hay tristeza ni dolor en este ciclo, porque lo que el árbol no aprovecha se lo brinda a la tierra, a su entorno nutriéndolo.
Con esta metáfora, me siento agradecida hacia la enfermedad de mi padre, al misterio de la muerte. Y agradezco, también, el milagro del nacimiento de mi sobrinito. Esta experiencia que me paseó por una lluvia de emociones, me hizo comprender el sentido de la vida, como una espiral en donde todo va y viene. Principio y fin entrelazados. Alegría y dolor danzando conjuntamente. Simplemente vida, simplemente muerte…
Me hizo comprender el sentido de la vida, como una espiral en donde todo va y viene.
El otoño también me enseñó a cosechar, a recibir las riquezas de la tierra, y eso me pasó a mí: aprendí lo efímero que es todo y lo importante que es el instante presente, con todas sus tonalidades.
Al vivir estos dos acontecimientos, sentí una sacudida en mi interior que fragmentó mi alma llevándome a un dolor profundo pero, a la vez, creando un vacío fértil donde pude dar paso a mi autoconocimiento y crecimiento personal.
El dolor profundo creó en mí un vacío fértil donde pude dar paso a mi autoconocimiento y crecimiento personal.
Me despojé de mis hojas caducas y me reinventé profesionalmente. Me nutrí de la savia de mis raíces: de mi padre y de mi madre. Siento que mis muert@s me han ayudado a crecer en mi existencia. Toda muerte nos recuerda nuestra propia mortalidad.
Actualmente, acompaño a personas en el último tramo de sus vidas. Ellas me enseñan cada día mucho más sobre la vida, el amor y la muerte.
Acompaño a personas en el último tramo de sus vida y cada día me enseñan mucho más sobre la vida, el amor y la muerte.
Así es la rueda de la vida. Nuestra existencia experimenta un cambio cíclico y continuo, como las estaciones.
La vida se transforma constantemente en muerte y cada muerte es un momento de nacimiento. El flujo de la existencia no termina nunca.
Simbólicamente, el otoño es mi estación preferida, porque observando la naturaleza, me enseñó a acercarme al misterio de la muerte de una forma amorosa y con profunda gratitud y me impulsa a dejar fluir el ciclo vida-muerte-vida.
El otoño me ha enseñado a acercarme al misterio de la muerte de una forma amorosa y con profunda gratitud.
Reconciliándome con la muerte ya no le temo a lo desconocido y me abro con toda aceptación a lo nuevo.
LAURA S. (VALENCIA)
Neka dice
Jo me ha encantado!.coincido con Laura,el otoño tiene algo misterioso,maravilloso.Me encanta el escrito,una manera de ver la vida-muerte muy bonita y placentera.La voy a hacer mía! Con lágrimas en mis ojos solo puedo decir que me acuesto feliz y agradecida a la vida.Gracias Palabras a la vida por compartirlo.
Palabras a la Vida dice
Neka, es precioso lo que dices 🙂 Es cierto, la manera en que Laura entiende el ciclo de la vida-muerte-vida da mucha serenidad. Muchas gracias por hacernos llegar tu comentario. Es un honor contar contigo y con tus palabras. ¡¡ Besos, hermanita !!
Yolanda María dice
Qué maravilla¡
Qué gran trabajo el que haces! Acompañar a personas en sus últimos momentos. No te conozco pero estoy segura de que se sentirán muy afortunados al ser tus ojos lo último que vean antes de cerrar los suyos.
Enhorabuena por tu escrito, enhorabuena por tu vida
Palabras a la Vida dice
¡¡ Ohh, Yolanda María !! Muchas gracias por tus palabras hacia Laura. Tú sabes el significado de «acompañar», como nos acabas de contar en tu escrito de una manera tan conmovedora. Pienso que Laura y tú tenéis muchas cosas en común y que, por eso, vuestros corazones se han reconocido. La labor de Laura como la tuya es muy hermosa. Tenemos suerte de contar con mujeres como vosotras en esta comunidad de Palabras a la Vida.
¡¡ Un abrazo !!
Isabel Garcia Garcia dice
Me ha encantado!!!!, felicidades Laura, por el trabajo que haces y por explicar y compartir esta experiencia tan bonita,
Porque la primavera es imposible que sea bonita sin un otoño frio y oscurito, asi como la vida es imposible sin la muerte.
«Acompañar a personas en el último tramo de sus vidas»… simplemente maravilloso. GRACIAS LAURA.
Palabras a la Vida dice
Muchas gracias, Laura, por el aprecio que muestras hacia el trabajo de Laura. Ese acompañamiento en el tramo final tiene que ser muy importante para la persona que lo recibe y para sus familias. Tienes razón en que es algo maravilloso. Publico este comentario para que tu sincero y hermoso reconocimiento llegue hasta Laura. ¡¡ Un fuerte abrazo !!
Isabel Garcia Garcia dice
Gracias a Palabras a la vida por publicar y compartir estas experiencias tan bonitas, y que tanto me enriquecen. Un gran abrazo!!!
Palabras a la Vida dice
Me encanta tu sensibilidad Isabel 🙂 Muchas gracias por transmitírmela en cada comentario. También te agradezco que estés siempre ahí dispuesta a leer mis publicaciones, con plena disposición a abrirte a ellas y dejarte llevar por lo que te suscitan. Sin personas como tú, este proyecto carecería de sentido. ¡¡ Un abrazo muy grande !!