LA ENERGÍA DEL CUIDADO Y SUS 3 FLUJOS
Un cuento de la Abuela Margarita
La abuela Margarita se había sentado bajo el roble milenario de la aldea. Aquella mañana miraba al cielo y se entretenía con las formas que dibujaban las nubes.
Enseguida vio que una mujer se acercaba por el sendero y nada más mirarla supo que la acompañaba un profundo pesar. Le hizo un sitio a su lado y la mujer comenzó a hablar:
— No puedo estar a gusto con mi vida, siempre hay algo que quiero cambiar.
La mujer se sentía tan rota que ni siquiera podía llorar.
La abuela Margarita guardó silencio y sin dejar de contemplar las nubes dibujó en su rostro una leve sonrisa. Cerró los ojos unos segundos y los abrió para conversar:
— Lo que hay — respondió– no es solo suficiente, sino que es un milagro. Tener este cuerpo, esta mente, esta vida que tenemos entre las manos. Sabemos que la tenemos ahora. No sabemos por cuánto tiempo. Nadie lo sabe –prosiguió– pero ahora mismo esta vida es real y está aquí para hacer lo máximo de ella, honrando lo que nos ofrece momento a momento.
La mujer continuaba inquieta y volvió a intervenir:
— Pero yo no sé qué camino tomar y tengo que decidir.
La abuela Margarita rebuscó en su bolsillo una de las hermosas piedras de río que solía pintar y la puso en la mano de la mujer como si fuera un talismán.
— Elige uno de los caminos que hayas barajado. Que elijas A o que elijas B –continuó la anciana– no es tan determinante para que llegues donde has de llegar. No le des tanta importancia. Decide y olvídalo. Y recuerda que no estás sola.
La mujer comenzó a sentirse aliviada y necesitó respirar profundamente.
— ¿Quién me acompaña? — quiso saber.
— En el centro de tu corazón, fuerte y vulnerable a la vez, está la energía del cuidado — respondió la abuela Margarita–. Tiene tres flujos: el cuidado que te das a ti misma, el cuidado que das a los demás y el que recibes de los otros.
Al escuchar aquellas palabras a la mujer se le saltaron las lágrimas porque había conectado con la ternura de su corazón.
— El primero de los cuidados –continuó con su explicación la abuela Margarita– es el que te dispensas a ti misma. Apóyate siempre y trátate como si fueras tu mejor amiga. Ofrécete amabilidad y respeto en todo momento, y date un abrazo de calidez y aceptación cada vez que aparezcan tus sombras. ¡Tranquila, tranquila, en tu vida hay muchísimas luces!
La mujer sonrió mientras acariciaba la piedra pintada que aún conservaba en sus manos.
— Luego, está el cuidado que ofreces a los demás. Cuida de todos los seres lo mejor que puedas — dijo la abuela Margarita con una enorme sonrisa –. Pregúntate qué puedes hacer cada día por su bienestar. Eso te hará feliz y será tu ofrenda desde tu esencia de cuidado hacia el mundo.
— Y el último –añadió– es el cuidado que recibes de los demás. Sin él hoy no estarías viva. Es imposible prosperar sin la atención y la ternura de nuestros padres cuando somos un bebé. Vivimos gracias a que recibimos multitud de cuidados: de quienes nos alimentan, nos visten, nos sanan, nos enseñan, nos acompañan, nos sostienen, nos aman…
Y más ampliamente, no olvidemos el cuidado que el mundo nos regala instante tras instante: el aire, la tierra bajo nuestros pies, las flores, los árboles, los animales, la música, la poesía…Cuando te sientas frágil — le aconsejó la anciana– recopila todos los cuidados que recibes y hazlos presentes para ti. Recibe esos dones que irán haciendo su dulce trabajo de sanación.
En aquel momento la mujer tuvo una sensación de plenitud y por unos instantes desapareció el pesar que le había llevado hasta la abuela Margarita.
— Cuando sufrimos — concluyó la sabia anciana — es porque nos desconectamos de alguno de estos tres cuidados. Pero no hay problema porque en cualquier momento podemos volver a conectar con ellos. La red de vida está ahí, constantemente esperando a que tomemos conciencia de ella.
Maria Tolmo dice
Querida Garbi,
Me ha encantado esta historia. <3
Un abrazo inmenso.
Te quiero.
Maria
Palabras a la Vida dice
Mi siempre apreciada María:
¡No sabes cómo me alegra el corazón encontrarme con tu comentario!
Hacía mucho tiempo que no los revisaba y que esté aquí es un regalo del día.
Ha sido leerte y conectar de inmediato con tu alegría, tu pasión, tu entusiasmo.
Siempre te llevaré en el corazón por todas las veces que me has cuidado, tan cercana y cálidamente.
¡¡ Un abrazo enorme !!
María dice
Hola a Palabras de la Vida, me ha encantado y es verdad son necesarios estos tres flujos para conectar con mi YO SOY, sintiendo la plena felicidad, abundancia, amor…
Palabras a la Vida dice
¡Hola, María! Muchas gracias por tu aprecio y me alegra que compartas la contribución que la energía del cuidado hace a nuestra felicidad y a la de los demás. Un abrazo!