Para tener éxito, que es llevar la vida que queremos, primero hemos de ser felices, y no al revés, como la mayoría cree. Sentirnos felices nos nutre para lograr experiencias exitosas.
¿Cómo va el camino, caminantes?
Ya han llegado los primeros fríos y las primeras nieves. El bosque está precioso, con ese rítmo enlentecido que parece que no pasa nada, pero es que todo lo que ocurre lo hace dentro. Es el momento de la introversión; de que las cosas ocurran en el ámbito de lo invisible. Ahí es donde nos nutrimos.
¿Sabéis que la felicidad es la causa del éxito? No, no me he equivocado al escribirlo. Lo que pasa que casi siempre pensamos que es al revés.
Se trata de ser feliz, sentirte feliz, o mejor dicho: tomar la decisión de sentirte feliz, venga como venga el día. Entonces es seguro que tendrás éxito. ¿Que qué es el éxito? Por supuesto no tiene nada que ver con la popularidad. El éxito es llevar la vida que tú quieres.
Para mantener esa decisión de sentirte feliz puedes hacer distintas cosas. Una es inspirarte en todo aquello que te hace sentirte bien. A mí, por ejemplo, ir al monte a experimentar las primeras nieves me hace muy feliz. Me ocurre desde niña. No sé la razón. Creo que la felicidad sin ninguna razón es aún más felicidad.
Con esa experiencia activo mi felicidad y recordarla cada mañana de invierno, al despertar, me prepara para una jornada exitosa. ¡Activa tu felicidad con tus propias experiencas y compruébalo! Recuerda: la felicidad te trae el éxito.
Utiliza menos tu mente porque las respuestas a los problemas las da el corazón
– Lo que importa no es lo que te llega de fuera. Lo importante es lo que sale de dentro. ¿Sabéis a qué me refiero?
La abuela Margarita ya se había colocado junto al roble. Sobre los hombros llevaba una manta de lana: se había instalado el frío en la atmósfera de la aldea. A la anciana le gustaba comenzar sus historias con preguntas sorprendentes, como la que acababa de formular.
– Abuela Margarita -dijo una mujer con la voz muy bella- creo que está hablando de la actitud, del enfoque que le damos a lo que nos ocurre.
– Tu peor enemigo -continuó la anciana mientras sonreía- no es quien te hizo daño, tu peor enemigo eres tú, que replicas mentalmente ese daño mil veces.
– ¿Cómo salir de esa tiranía y lograr que nuestra actitud cambie? -la pregunta la hizo un joven que tallaba una rama de saúco con una navaja-
– La clave -respondió la Abuela Margarita- está en el caso que le haces a tu mente. Ella es machacona y parlanchina; le encanta juzgar y condenar. Has de tener muy claro que ésa es su naturaleza. Hacerle algo de caso, es bueno para algunas cosas . Pero creerla siempre, a pies juntillas, os volverá neuróticos, descentrados, infelices. La mente casi siempre reacciona; no responde.
– ¿Cuál es la diferencia? -preguntó el joven tallador que ya dejaba intuir en su obra la cabeza de algún animal-
– La reacción surge del pasado. Reaccionas por tus antiguas vivencias. Responder significa vivir en el momento, aquí y ahora. La reacción es algo feo y muerto. La respuesta es hermosa y viva.
Un hombre echó unos troncos de encina a la hoguera y las llamas se pusieron a bailar.
– Para responder y no reaccionar -siguió la abuela Margarita- has de apagar tu mente y encender el corazón.
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