EL PERDÓN A UNA MISMA
Creo que uno de los dolores más intensos, al menos para mí, es ofender a alguien a quien quieres.
Muchas veces, en el día a día, en el terreno de las cosas cotidianas, tenemos gestos, comportamientos o respuestas que pueden hacer daño a las personas que queremos. Os pondré un ejemplo.
Hace unos días, a mi pareja se le resbaló de las manos la botella de vidrio donde almacenamos el agua. Se hizo añicos.
Acababa de levantarme de la cama y cuando llegué a la cocina y vi aquel panorama, ¿sabes lo que hice? Le culpabilicé de lo que había ocurrido y le acusé de no haber tenido cuidado.
Ya ves qué absurdo. ¡Como si las cosas no se nos cayeran! Además cuando nuestras palabras no aportan calma, comprensión o ayudan en algo es mejor no pronunciarlas. Hay una premisa budista que habla del «recto hablar o la palabra correcta» y se refiere a esto, a no hablar más de lo necesario y no dañar con nuestras palabras.
Esa fue mi respuesta, desde la rabia y el enfado. Como ves, no me dolieron prendas en lanzar acusaciones y mientras ayudada a recoger los añicos, seguí enfadada.
Cuando todo estuvo en orden y se fue instaurando la calma, a mi enfado le sustituyó una sensación de profundo dolor. Sentía una gran pena por haber herido con mis palabras a alguien a quien quiero con locura.
Pasaban las horas y ese dolor seguía ahí, punzante, hasta que hablé con mi pareja y le pedí perdón.
Pedir perdón alivia y aligera la carga. Es un primer paso fundamental. Pero no el único, porque es muy probable que después de pedir perdón, el dolor, aunque aminorado, siga ahí. Ese era mi caso. No se iba.
¿Sabes por qué? Porque además de pedir perdón al otro, hay que perdonarse a una misma. Y, a veces, esto segundo cuesta.
Cuando pedimos perdón, abrimos la puerta al amor, pero no entra hasta que no nos perdonamos a nosotras mismas. Eso ocurre cuando somos capaces de mirarnos amorosamente, y trasladar esa mirada comprensiva al instante mismo en que realizamos la ofensa.
Nos perdonamos a nosotras mismas cuando somos capaces de amarnos sin condiciones, cuando aceptamos nuestra cara A y nuestra cara B, cuando miramos con bondad lo que nos hace grandes y lo que no.
Cuando hacemos este ejercicio, el amor entra hasta adentro y ocurre el milagro. ¿Sabes cuál es? Que el dolor y la culpa desaparecen, porque su espacio lo ocupa el amor. Y cuando todo tu espacio interior se llena de amor, afuera también empiezas a manifestarlo. Lo que tienes dentro es lo que creas fuera. No puedes crear lo que no posees.
Por eso, el perdón a una misma es el comienzo del amor. Te vuelves a llenar de él para darlo de nuevo y no dejar de hacerlo.
Perdonarse a sí misma deja preparado un terreno para que el amor arraigue en él, crezca y se desborde, desde el interior hacia el exterior. Lo contrario solo produce dolor y desgaste. El perdón te permite volver a casa.
En mi librito «Por si te pierdes. Palabras-brújula para reencontrarse» hay un pequeño relato sobre el perdón. Comienza así:
Palabras que se contienen para que no brote el siguiente reproche. Abrazos que se aplazan. Besos solo llenos de una vez más. Cuando se esquiva el perdón, nos atamos al pasado.
— Suéltalo — le dijo la mujer chamán –. Para activar tu capacidad de amar y de crear has de sentir que lo has perdonado todo.
Extracto de «El perdón» en «Por si te pierdes. Palabras-brújula para reencontrarse».
En mi baraja ZEN, que es una de mis Barajas de la Felicidad, también hay un par de cartas con inspiración para abrirse al perdón. Esta es una de ellas:
Hoy te recomiendo…
En una ocasión me sentí absolutamente perdida. Lo que aprendí hasta encontrar el camino de vuelta «a casa» lo convertí en pequeños relatos. Están tan llenos de luz que pueden ser también tu brújula. Los encontrarás recopilados en un librito que se titula «Por si te pierdes. Palabras-brújula para reencontrarse».
A veces leer un mensaje, que quizá estábamos esperando, es suficiente para resetear la mente y empezar a ver las cosas de otra manera, mucho más agradable. Los mensajes y el diseño de la Baraja ZEN, serán como abrir una ventana y refrescarte de calma, serenidad y armonía. Tu paisaje adquirirá otra belleza.
Montse dice
Que gran reflexión,
la creencia de la culpa esta tan inmersa en nuestra mente que nos olvidamos que la misma culpa no existe, nadie tiene la culpa de nada, simplemente es el Ego o la mente que interrumpe tu paz interna y es cuando nos olvidamos de comprender el para que de nuestras reacciones, palabras, gestos etc… y nos sentimos mal; pero casi siempre nos sentimos así, hacia los demás, pero el darnos cuenta (como tú) que todavia no estamos bien , esto cuesta un monton (por lo menos a mí) ahi es donde tengo que hacer un parón y pensar en mi, sentir mi interior e integrar y querer mi acción.
Sinceramente creo que es un paso muy valiente, ser consciente de tu «error» o mejor dicho aprendizaje.
«Con el aprendizaje vamos pisando fuerte el camino»
Gracias Garbi
Un besazo
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, Montse !!
Es cierto: la culpa la llevamos grabada a fuego y no sirve de nada. Yo creo que el autoperdón, es decir, perdonarnos a nosotras mismas cuando con nuestros actos o palabras hemos ofendido a otros, permite que la culpa no se instaure en nuestro interior y nos lastre.
Es la manera de que vuelva el amor.
El perdón, que no es completo sin el autoperdón, es el mecanismo que nos permite rellenarnos de amor para seguir entregando todo lo que llevamos dentro, como ha dicho Isabel en otro comentario.
¡¡ Un abrazo grande !!
Isabel dice
Hola Garbiñe,
Hace tiempo que no dejaba un comentario en tu blog, aunque te sigo leyendo todo lo que puedo.
Estoy totalmente de acuerdo con la importancia del auto perdón. Para mí también es clave para llenarte de amor y poder entregar todo lo que llevas dentro al mundo. Gracias por estar ahí, por escribir tan bonito, por recordarnos lecciones tan importantes.
Un abrazo enorme
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, Isabel !!
Muchas gracias por tus palabras tan llenas de aprecio 🙂
Tienes razón: el autoperdón es esencial para, como muy bien dices, llenarnos de amor y entregar lo que llevamos dentro. Es la manera de sentirnos en paz y plenas.
¿Qué tal tu bebé? Seguro que es una maravilla volver a descubrir la vida a su lado. Deseo que estéis disfrutando de esta nueva etapa y creciendo 🙂
¡¡ Un abrazo grande !!
Isabel Garcia Garcia dice
No me es difícil perdonar a las personas que me han hecho daño o que me han herido. Muchas veces pienso en lo mal que lo están pasando y les busco para darles un abrazo que lo cure todo. Me es difícil perdonarme a mi misma. No es nada fácil. Un día cuando estuve a punto de tirar la toalla descubrí que lo que tenía que hacer era eso PERDONARME… y ahí empezó a cambiar todo… A mirarme con amor y a mimarme. Si creamos amor tarde o temprano las cosas buenas llegan. AMOR es la palabra clave para todo. Aunque a veces se resista un poco o me cueste entenderlo.
Un abrazo y siempre gracias querida Garbi.
Palabras a la Vida dice
¡Es genial lo que dices, Isabel!
Tienes razón en que a veces nos cuesta perdonarnos a nosotras mismas y sin el autoperdón es imposible sentirnos en paz. Tu receta de llenarse de amor es clave; darnos amor a nosotras mismas, tratarnos con cariño y con comprensión, en definitiva, amarnos sin condiciones, permite que ocurra el milagro del perdón que es una auténtica renovación y una puerta que se abre a nuevas oportunidades en la vida. Muchas gracias por enriquecernos con tu reflexión y por estar siempre ahí, al otro lado. ¡Un abrazo grande!