El olvido está lleno de memoria y la ausencia de presencia. Por eso cuando te vas sigues estando junto a mí y otras veces estás pero te has ido.
Sé que nos volvemos escurridizos el uno del otro y que nos aprisionan cárceles de aire. Pero cuando me acercas con entrega cualquier cosa siento que tu amabilidad descerraja muros y me sigue conmoviendo.
Entonces sonrío porque es como si me hubieras mirado a los ojos sin hacerlo o me hubieras robado un beso sin quererlo.
Y si el olvido está lleno de memoria y la ausencia de presencia, a veces el silencio se desborda en gritos.
Entonces creo que es cuando coges tu guitarra y la rasgas una y otra vez. Y mientras el sonido te corta los dedos acallas lo que condenaste al mutismo.Es turbulenta tu relación con la guitarra.
En su madera resuenan tus entrañas calladas pero tu gesto quiere estar ajeno y busca diatribas de razón.
Cuando te agarras a su mástil es como si encontraras unos brazos amigos. Y si me llamas y me dedicas unos acordes sé que vienen de la catarsis y, que los has purificado para entregármelos como dádiva.
Entonces se me olvida la preocupación por tu silencio y si en ese momento me llamas a la ventana para contemplar un pajarillo siento que me envuelve tu plumaje amoroso y soy feliz porque en tu nido sigo teniendo disfrute y cobijo.
Deja una respuesta