Dicen que hay 2 tipos de personas: las que se dejan llevar por las circunstancias y las que las crean. Hoy te quiero hablar de que siempre está en nuestra mano el dar la vuelta a un obstáculo. Un problema nos trae aprendizajes, incluso paz, si tomamos esa decisión.
He caminado cerca de una hora. Las nubes rojizas en el cielo. El aire frío en la cara. Me encanta esa frialdad en la piel y sentir, a continuación, cómo entra en los pulmones. Es purificador.
Ha sido una caminata por la ciudad. Han surgido una serie de obstáculos y no me ha quedado otra que desplazarme andando. Lo que en principio ha surgido como una dificultad ha acabado convirtiéndose en algo totalmente placentero. Y lo más asombroso: ¡cómo lo necesitaba sin darme cuenta de ello!
¿Eres consciente de que esto mismo nos pasa muchas veces en la vida?
Por eso, mientras caminaba y me iba sintiendo cada vez mejor y mejor, he ido grabando dentro de mí lo que me ocurría. Como si fueran hitos de un sendero, indicaciones o señales que me permitan inspirarme la próxima vez que me suceda.
Al principio, como las cosas no han salido como esperaba, me he sentido algo enfadada, frustrada, triste…incluso con sensación de abandono. Pero con el movimiento de la caminata una nueva energía ha ido entrando en mi cuerpo.
Primero de los aprendizajes: cuando estés de bajón, muévete. La única manera de desalojar de ti las malas energías es con el movimiento 🙂
Con el paseo me he ido haciendo cada vez más consciente del momento. De los sonidos, las luces, los colores, las personas…He ido sintiendo cada vez más el instante. He oído los trinos de los pájaros — se pueden escuchar claramente en la ciudad–, he comprobado que la primavera ya está en los brotes de los árboles de los parques, me he dado cuenta de la cara con que pasea la gente…
Y aquí llega el segundo de los aprendizajes: en el aquí y en el ahora no hay preocupaciones. Es imposible.
Claro que las preocupaciones son muy tercas, y, a la mínima, en cuanto bajas la guardia, y te vas del aquí y el ahora…¡zas!, te vuelven a dar la murga. Aquí aplico lo que enseña la genial María Tolmo. ¿Sabes qué hay que hacer con las emociones negativas?
¿Expresarlas? NO…Si lo haces, dañarás al otro y a ti misma, porque normalmente actuamos desde la reacción.
¿Reprimirlas? NO…Se quedarán a vivir dentro de ti y serás su prisionera.
Lo único que hay que hacer es SOLTARLAS. Aceptas lo que estás sintiendo — sí, estoy enfadada o triste o frustrada o….lo que sea — y luego lo sueltas, lo dejas ir, como si soltaras una pelota que tienes en la mano.
Tercero y último de los aprendizajes: mientras caminas, renuevas tu energía y disfrutas del instante, es una oportunidad magnífica para soltar emociones negativas. ¡Es mucho más fácil, te lo aseguro!
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