La alegría atrae lo que buscas. Da energía y una manera de pensar más positiva. ¡Derróchala!, que para eso sirve. Y si te falta inspiración: fíjate en los niños; son los que mejor la conocen.
¡Hola, caminante! ¿Cómo va el sendero?
Ya sabes que una vida emocionante, no es una vida cómoda. Vamos a hacer una cosa: ponte a bailar. Sí, no me he vuelto loca.
¿Qué cuál bailas? Pues tu canción preferida, o ese baile que sabes del folklore de tu tierra, o al más puro estilo rock and roll o ¿por qué no?: a lo rapero…
¡Muévete, venga!: levanta los brazos, las piernas, contonéate, ¡así, eso es!, gira en torno a tí como una peonza, mueve la cabeza, sonríe, un poco más, ríe a carcajadas si te atreves……
¿Cómo te sientes? Yo también lo acabo de hacer y no puedo parar de sonreir; me ha entrado calor, siento el cuerpo, la respiración, el corazón….¿Te das cuenta? La alegría da vida a todas las cosas. Es como si, con la alegría, nos atreviéramos a ser y no sólo a existir como algo quieto e inanimado, en lo que nos convertimos a menudo.
Lo observé el otro día con mi sobrino Maren que sólo tiene tres años. De pronto, se tumba en la alfombra y comienza a balancearse con energía riendo a carcajada limpia. En el mundo, los que mejor conocen la alegría son los niños. Si nieva, aman la nieve; si de tanto jugar con ella, se les mojan los guantes y sienten frío en las manos, se quejan un momento, pero al siguiente, ya se han vuelto a quedar admirados por otro gran montón de nieve, y si al intentar subirlo, se resbalan y caen, llorarán un instante, pero al siguiente, estarán sonriendo de oreja a oreja al admirar cómo una zanahoria se ha vuelto la nariz de un muñeco de nieve.
La alegría tiene que ver con comprender que la vida son todo instantes, que cada instante empieza y termina, y que el anterior jamás determina el siguiente, por eso, un resbalón ahora no quita para que el momento que le sigue sea absolutamente maravilloso. Esto lo hacen de manera natural los peques. Todos fuimos peques y podemos volver a hacerlo.
Los niños son alegres porque crean su realidad. ¡Crea tú también tu propio universo!: ante cada circunstancia, decide cuál va a ser tu actitud; enfócate únicamente en aquello que no ahuyente la alegría; llena tu mundo de todo lo que te haga sentirte viva o vivo y que sólo dependa de tí, de tu mirada. Yo veo a mis sobrinos y lo que me transmiten, espontáneamente, como cualquier niño, es que les encanta estar vivos. Eso es la alegría.
Ya os habréis dado cuenta de que la alegría es hoy la emoción a la que se dedica el recién estrenado emo-cionario de Palabras a la Vida. No hacen falta razones para sentirse alegre. La alegría es una manera de estar en el mundo.
Hay quien piensa que para sentirse alegre, primero, ha de haber ocurrido algo bueno; entienden la alegría como la consecuencia de un resultado. Es un error. El camino es al revés: expresar alegría es lo primero para luego tener resultados. ¿Por qué? os estaréis preguntando. Porque la alegría es un imán para el éxito. Atrae los resultados que buscamos pues aumenta nuestra energía y nuestra manera de pensar es más positiva.
Viene del latín alacer, alacris, que significa vivo, animado, porque la alegría es el estado natural del alma humana.
– Las personas alegres -dijo la abuela Margarita– tienen los mismos problemas que el resto; la diferencia es que siempre buscan el lado amable que hay en toda circunstancia de la vida, por complicada que sea.
– Usad la alegría de manera indiscriminada y sin mesura -aconsejó-, que para eso sirve. Y alegraros, de corazón, cuando las cosas les vayan bien a los demás. Felicitadles y celebradlo con ellos. Aunque algunos crean lo contrario, alegrarse sinceramente por el éxito de los demás, abre la puerta al propio. Cuando lo hagas, tu éxito se pondrá ya de camino.
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