¡Por fin llueve! No recuerdo la última vez que lo hizo.
En el silencio de estas mañanas de enero, me gusta el calmoso ritmo de las gotas de lluvia tocando el suelo, la tierra, los árboles, las casas…Desde la ventana veo, al fondo, las montañas, y a sus pies hay una franja de niebla, como si se hubieran arropado con un chal. 🙂
Me encanta esta sensación de recogimiento, en la que lo de fuera se amortigua y reconforta volverse hacia dentro. Aunque parezca mentira, es lo propio de esta época; lo natural del ciclo en el que estamos.
Sólo que también hemos desnaturalizado la Navidad.
Estamos saliendo del solsticio de invierno. Acabamos de vivir la mayor oscuridad del año y ahora, poco a poco, cada día irá ganando un poquito en claridad. Pero es la época con menos luz. En estas fechas el sol aún es «un bebé» para la tierra, y por eso, encendemos velas y guirnaldas con luces, como ayudándole a crecer, para que cada día que pasa, brille unos instantes más.
¿Te has fijado en lo que ocurre en el bosque? Es un tiempo de quietud, de espera…Las semillas, encerradas en su cáscara, se conservan en la oscuridad de la tierra. Allí van preparándose desde dentro, nutriéndose con sus recursos, poniéndose a punto, para , cuando llegue la primavera, empezar a crecer fuera; salir al mundo con toda la fortaleza y florecer y dar fruto.
¡Qué sabia es la naturaleza! Es un espejo en el que olvidamos mirarnos, ¡y nos da tantas pistas!
Yo te propongo que no te dejes llevar por tanto «bombardeo». Coincidiendo con el cambio de año nos «asan» con mensajes de «incorpora nuevos hábitos, fija nuevos objetivos, haz esto, haz lo otro…»
El corazón, al menos a mí, lo que me dice es que ahora toca recogerse; es el momento natural para hacer lo que hacen las sabias semillas. Sé como ellas.
Recógete en tu oscuridad interna, es el territorio del yin, el principio femenino que hay en todo ser; ábrete la puerta a la energía de la receptividad, la absorción, la creatividad, la imaginación, la pasividad, la espera…Date permiso para estar ahí y nutrirte.
Ya llegará «la primavera» para salir fuera, a actuar 🙂 Cada cosa, a su tiempo. Recuerda que como la Madre Luna y la Madre Tierra, tu naturaleza también es cíclica.
¿Por qué no aprovechas este tiempo íntimo para disfrutar imaginando? Te propongo que crees Tu Cuaderno de los Sueños. Anota en él varios de tus sueños, los que se te vayan ocurriendo. No hacen falta demasiados: tres o cuatro son suficientes.
Luego, imagina que cada uno de esos sueños ya se ha cumplido. ¿Lo tienes?
Entonces, escribe cómo te sientes con tu sueño cumplido. Escríbelo debajo de cada sueño. Explica qué ha cambiado en tu vida al cumplirse ese sueño, cómo te sientes y antes no te sentías, cómo ves el mundo desde esa perspectiva, qué ha mejorado en ti y en tu relación con los demás.
Hazlo con cada uno de los sueños que has imaginado.
Ahora viene lo más chulo del ejercicio:
Relee, cuando te apetezca, cómo te hace sentirte tu sueño cumplido y date cuenta de que algunos de esos sentimientos y mejoras personales, puedes aplicarlos ya en tu vida, aunque tu sueño esté aún de camino. ¿Me explico?
Te pondré un ejemplo:
Imagina que mi sueño número uno es «vivir en la abundancia disfrutando en un trabajo creativo». Luego, a continuación, he podido escribir que «con este sueño cumplido me sentiré mucho más libre, más cerca de la belleza, y con más energía para servir mejor a los demás , al mundo y a mí misma».
Pues esos cambios que espero, como estar más cerca de la belleza o servir mejor a los demás y a mí misma, ya puedo empezar a aplicarlos; se trata de tomar esa decisión e incorporarlos ya a la vida, aunque todavía el sueño esté de camino, como te decía antes.
¿Por qué? Por dos cosas:
- Porque casi siempre podemos empezar a sentirnos como queremos, sin necesidad de que ocurra o no algo.
- Porque al sentirnos como nos sentiríamos con el sueño cumplido, lo estamos atrayendo hacia nosotras por la vía rápida. Si nos sintiéramos al contrario, sólo lo estaríamos frenando.
Baraja ZEN para ser feliz aquí, ahora y como ya eres. (Puedes hacer clic en la imagen)