— Si le prestas atención a algo, crece más.
La abuela Margarita acababa de responder con esta frase a una mujer que le pedía consejo. Para llegar a la aldea de la anciana sabia, había recorrido a pie un largo camino a través del bosque.
— Pero, ¿qué hago con el dolor? — insistió la mujer que parecía no darse por satisfecha con la respuesta de la abuela —
— Cada vez que te ocurra un sufrimiento, no lo guardes. Deja que suceda, pero no lo nutras. ¿Para qué ir hablando sobre él?
La abuela Margarita había cerrado los ojos para lanzar esta pregunta. Sentada ante el roble centenario, no esperaba respuesta. Ella sabía que las preguntas poderosas no la necesitan. Su misión es otra.
— A todo lo que le das tu atención, crece — continuó la anciana — . Deja de alimentar el dolor, no pretendas que se diluya si no paras de nutrirlo con tu atención. ¿No ves que es un contrasentido? Ésta es una de las leyes y no la has de olvidar. Si piensas en problemas, tendrás problemas. Si piensas en soluciones, te abrirás a ellas.
¿Qué te parece la enseñanza de la abuela Margarita? Ya sabes que es uno de los personajes de mis cuentos y hoy ha querido colarse en este primer post de noviembre.
A estas horas y gracias a la tecnología — a sus brujas buenas 🙂 — puedes estar leyendo esta entrada que he dejado programada. Es así porque he vuelto a mi trabajo de antes y mientras me lees, estoy allí.
Es una etapa nueva para mí y costosa, quizá por eso se ha colado la anciana sabia entre estas líneas, para recordarme que lo que importa es vivir con los ojos y el corazón abiertos.
Te lo cuento por si a ti también te pudiera servir.
¡Mira lo que decía Buda!:
No importa lo mal que parezca una situación…Siempre tiene una bendición escondida y es nuestro objetivo encontrarla.
Cuando cooperamos incondicionalmente con lo inevitable, la vida nos entrega serenidad. ¿Qué más podemos pedir? Sentir calma y paz interior es el principio de todo lo demás.
¿Te apuntas?
Además la vida es pura incertidumbre y es una gozada que así sea. No tenemos ni idea de lo que nos reserva. Y en ese misterio, ¿quién nos dice que lo que hoy nos parece imposible, mañana no vaya a ser perfectamente posible?
¿Te das cuenta de esta grandeza? Es más, voy a dar un paso al frente y te aseguro, sin dejar ni un resquicio para la duda:
«Lo que hoy es imposible, mañana será posible».
Escríbete esta frase en un post-it y repítetela una y otra vez. Yo ya lo estoy haciendo.
Y cuando flaquees, no pasa nada. No te castigues ni te tortures. Trátate con ternura y amabilidad. Llevamos mucho tiempo castigándonos y no nos sirve de nada. Bueno sí, para empeorar las cosas. Así que vamos a practicar la auto-amabilidad.
Y cada vez que te tambalees, date permiso para sentir o pensar lo que estás sintiendo o pensando y luego, déjalo ir. Como si soltaras el puño. Visualízate como si tuvieras un montón de arena de la playa dentro del puño. ¿Lo tienes? Ahora, abre la mano y déjalo ir.
Así se sueltan, igualmente, los pensamientos y sentimientos que no te hacen bien. Lo estoy aprendiendo. Pruébalo tú también.
¡Ah! Y si tienes en mente empezar pronto con los regalos de Navidad, te recuerdo que Palabras a la Vida es tu sitio para regalar palabras, porque «regalar palabras es un tesoro».
El otro día contándole a una persona por qué tengo un sitio para regalar palabras, me dio una respuesta que me gustó mucho:
«!Ah!, sí — dijo — regalar palabras….para decir lo que nunca decimos y sí sentimos».
Me lo dijo Juanjo. Muchas gracias, Juanjo.