Mis escritos siempre son para acercar. Y éste es para un amigo al que hace tiempo que no escribo:
Sin palabras escritas se va instaurando la distancia. Con el silencio, no. Porque cuando se calla se está presente, junto al otro. Se respira su aroma, es posible mirarse en sus ojos callados y sonreir al paso de las palabras no dichas. Porque el silencio también es amistad y cercanía.
Pero cuando a un amigo sólo se le brindan palabras escritas, si no hay frases, hay distancia. Aunque las palabras resuenen infinitas veces en el corazón y en la mente, si no se vuelven trazo, no afianzan sino diluyen.
Eso es lo que le solían contar. Pero ella sí sabía adónde iban las palabras no escritas. Construyen puentes invisibles, por eso la gente cree que alejan.
Y a través de ellos acortan distancias en una dimensión que pocos saben. Por eso la gente recela.
Y llegan a metas que nadie pronuncia. Por eso la gente duda. Pero seguro que a veces has sentido cómo a cientos de kilómetros un amigo te da la mano sin que la estreches.
Y seguro que en esa distancia más de una vez te ha tocado en la espalda y en el vacío te has girado, has ido a tu escritorio y el último mensaje recién llegado eran sus palabras escritas.
Lo mismo que tú ahora has animado las mías y te abrazo en esta intensa nada y te siento a mi lado, muy presente en la distancia, porque ¡ya ves¡ las palabras escritas que no se trazan construyen puentes y al final acaban llegando porque su universo es la amable cercanía.
Para tí, mi amigo.