Aquella noche ante la abuela Margarita se había presentado una joven pareja de la aldea. Iban de la mano. Sus rostros eran una sonrisa y sus ojos no podían dejar de mirarse. Brillaban como si estuvieran cruzando el cielo contando las estrellas cada cual en los ojos del otro. El resto del poblado los arropaba con sus risas y sus cantos.
– «Una relación de pareja – se arrancó la abuela Margarita- es un profundo desafío.Es un camino de mucho coraje»
Los que me habéis escuchado en otras ocasiones las historias de la abuela Margarita sabéis que a la sabia anciana le gusta llamar a las cosas por su nombre.
– «El mayor reto para una pareja, como la que acabáis de formar, -continuó- es crecer en amor. No utilicéis al otro como «príncipe» o como «princesa» azul. No está ahí para cumplir vuestros deseos. Una pareja es algo mucho, mucho más grande»
Al hablar de esa grandeza, la abuela desplegó sus brazos, con las palmas hacia arriba, levantó la cabeza hacia el cielo y también elevó el tono de su voz, que se llenó de claridad y fuerza. La abuela Margarita tomaba ese timbre cuando hablaba de cosas innegociables en la vida.
– «Una pareja -dijo- es un maestro. Es un espejo para mirarte en él. Te confronta con tus miedos, inseguridades, emociones y rincones olvidados . Es un desafío para ver cosas que tú sola o él solo no podéis ver de vosotros mismos. Es una oportunidad para entrar en las profundidades más profundas de vuestro ser«.
Los jóvenes enamorados no apartaban ahora la mirada de la sabia anciana. En sus ojos seguía el mismo brillo del amor. Estaban dispuestos a ser el uno para el otro el límite que franquear para crecer.
– «Ëse es el mayor reto de una pareja. Creced en entrega y confianza. Creced en amor. Para eso empezáis a recorrer este maravilloso camino de intimidad.»