Hay nubes grises . Otras, se han llenado de luz atrapando en su panza los rayos del sol. Todas avanzan lentamente hacia el este. Es el maravilloso cielo de otoño que veo desde la ventana.
Mientras las miro, pienso que, a veces, puedes tener claro tu destino, el lugar adonde quieres llegar, la manera en la que quieres vivir, pero es como si el camino te apartara de esa meta, como si se empeñara en trazar una curva cuando, a simple vista, parece que el lugar de llegada está ahí delante, sin necesidad de torcer. ¿Te has encontrado alguna vez en esta tesitura?
Me acuerdo de lo que una vez, siendo niña, escuché a una monja. En su acento italiano nos explicaba que la vida es como esas tareas de costura que seguro, alguna de vosotras también, hicísteis en la escuela. Sí, esos tapetes en los que aprendíamos a hacer punto de cruz y otras labores.
Nos decía la monja que nosotros, en nuestro caminar por la vida, veíamos el revés de la labor.
Yo me imaginaba que sobre nuestras cabezas, en vez de cielo, se extendía una de aquellas «telas panamá», y que, al mirar hacia arriba, contemplábamos el cruce de hilos, los nudos y toda esa parte menos agraciada que es el revés de cualquier costura.
Ella nos insistía en que no es en el revés sino en el derecho de la labor donde se aprecia su belleza, donde se ven las formas, los colores y el valor del trabajo concluído.
Entonces, sonreía, y con su acento italiano y sus ojos azules nos decía que » esta parte sólo la ve Dios porque él la ha diseñado «.
Me impactó esta historia y me alivió, porque, ya entonces sentía que en la «tela panamá» de mi vida algunas cosas parecían «del revés».
Más allá de creencias y orientaciones religiosas, que puedes dárselas o no, sí que sigo creyendo firmemente que la vida es un misterio, y que como tal misterio, es absurdo intentar comprenderla o predecirla. Con la vida sólo se puede hacer una cosa: VIVIRLA.
Hace año y medio cogí una excedencia en mi trabajo para salir de un ambiente tremendamente negativo, que me vacíaba, y me dejaba sin energía para dedicarla a las personas y a las cosas que más quiero.
En este tiempo he vuelto a conectar con lo que de verdad soy y me importa, he regresado a mi centro. Ha sido maravilloso.
Pero, pronto, he de volver , de nuevo, a mi puesto de trabajo. No es mi deseo pero he de hacerlo. Por eso, os digo que, a veces, el camino de la vida es como si se empeñara en alejarte del destino que quieres.
Pero también sé, que son sólo apariencias, porque como un día me dijo la monja italiana, estoy viendo simplemente el revés.
Sé fehacientemente que el camino que hay bajo mis pies, es el que he de recorrer. Y lo andaré con dignidad y gratitud.
Tal vez el sendero pretenda llevarme hasta un punto de no retorno y que yo decida…A veces es lo que ocurre: no queda otra que abandonar un camino, meterse campo a través y buscar… hasta encontrar otra senda que se nos amolde más a los pies.
Caminantes, nos seguimos viendo en el camino, sin dejar nunca de avanzar.