Palabras a la Vida recicla emociones para que los corazones se limpien y vuelvan a latir tan brillantes
¡Hola, caminantes! ¡Entusiasmo para disfrutar esta nueva semana!
Cuando amas lo que haces, te comprometes con ello plenamente. Ése es mi compromiso con Palabras a la Vida. Y hoy quiero recordaros las cosas importantes que hay detrás de este proyecto.
Nació, como os he contado otras veces, durante un proceso de coaching. El coaching ofrece herramientas muy potentes para mirar dentro de cada uno: es el lugar al que hay que dirigir la atención cuando ya no te reconoces en tus sueños. Ayuda a desenterrar capas que te han ido alejando de ti. ¿Para qué? Para rescatar ese brillo genuino que cada persona llevamos dentro.
¿Me permites un consejo? No consientas que tu pátina se vaya oscureciendo; llegará un día en que se vuelva tan mate que creerás que no la tienes. Entonces, recuerda que nunca te abandona: siempre está ahí. Se trata de desenterrar.
Así surgió Palabras a la Vida: vino al mundo con motivo de un reencuentro, y la energía que se libera en este tipo de alineamientos con una misma está llena de amor. ¿Hay fuerza más poderosa?
Por eso, en el tuétano de Palabras a la Vida hay una mirada tierna, amorosa, dulce, libre, porque el lenguaje del amor está libre del pasado y del futuro, libre de la culpa que habita en el territorio del pasado y de la incertidumbre y el miedo que viven en el futuro.
Cuando andaba dando mis primeros pasos, hace un año, me encontré con una ilustración que me sacudió. Me encantan esas sacudidas que no te dejan un átomo del corazón en su lugar. Y es que lo que dice el dibujo de abajo, al que me refiero, tiene desesperanza, sí, pero para despertar a la esperanza. Es como una llamada a la lucidez desde la compasión, una oportunidad para mirarnos, sentir ese dolor y reciclarlo en algo nuevo y positivo.
Quiero un universo interior limpio de obstáculos para soñar, amar y evolucionar; pero lo que más deseo es ayudar a despertar y contagiar.
A veces, Palabras a la Vida es un chatarrero y recicla por pura ecología emocional. Quiero un universo interior, limpio de todo lo que no nos hace bien y nos impide soñar, confiar, amar y evolucionar. Pero lo que más queremos Palabras a la Vida y yo es despertar y contagiar:
- La ternura ya está dentro de ti
- el entusiasmo lo llevas en la sonrisa
- la pureza, en la mirada
- la creatividad, en la piel
- la libertad, en el alma
- y el poder de la magia, en tus manos
– ¡Despierta! ¡Contágiate! Lo tienes todo -dijo la abuela Margarita– Y deja de poner excusas.
– O tienes éxito o tienes excusas -dijo el herrero de la aldea, que nunca se perdía el «círculo» de la abuela Margarita- Los dos a la vez, es imposible.
– Pero hay mucha gente, y te la encuentras a menudo, -explicó una joven- que siempre se está quejando; se han instalado en el victimismo. ¿Qué hacer para no contagiarte?
– Por suerte -respondió la abuela Margarita- es un virus que se puede frenar y combatir. El patrón mental adicto a la queja y a las excusas se puede cambiar.
La contundencia con que la abuela Margarita pronunciaba sus frases las volvía aún más poderosas.
– Es como cuando entrenas tu cuerpo. Esto es un entrenamiento mental y emocional. No se hace en un día; es cuestión de práctica. ¡Sólo depende de ti! Y recordad que la disciplina no es hacer algo a la fuerza. La disciplina es un acto de amor hacia uno mismo y lo que nos importa. ¡Despierta y contágiate!- volvió a sus frases del principio la abuela Margarita- Lo tienes todo para empezar. Deja de poner excusas.