¿Qué ves cuando estás en el mar, en la montaña o miras al cielo? Abre los ojos y escucha a tu intuición. Te dará pistas porque lo natural es igualito que tu vida.
He estado unos días en el mar. Acabo de regresar y, por eso, la entrada de esta semana os llega con retraso. ¿Os apetece sentir, como recompensa, el frescor del agua en vuestra piel?
Ahora, mientras escribo, me acompaña el murmullo del ventilador, pero, en la orilla del mar, ¡la temperatura era perfecta! Os invito a entregaros al agua cristalina de tonos azules verdosos y, arriba, el cielo, absolutamente limpio… Bajo el alero de las casas de pescadores, los aviones comunes — esos pajarillos negros con el pecho blanco — entrando y saliendo de sus nidos de barro; los vencejos sin parar de volar — dicen que nunca se posan en tierra– y las gaviotas yendo y viniendo…
El paisaje pertenece a los ojos que deciden apreciarlo. La decisión de disfrutar de lo que nos rodea o nos ocurre, sólo depende de nosotros. Es algo que nos recuerda a cada paso la naturaleza.
¿Y las olas? Cada vez que vienen, nos traen algo; y cada vez que se van, se llevan otra cosa. Sí, igualito que la vida. ¿Y cuando te metes a la mar picada? Si te enfrentas a las olas y te resistes, te acabarán derribando; si te dejas llevar, fluyes con ellas. Sí, otra vez igualito que en la vida.
¿Y la luna? A punto de volverse llena. Estás deleitándote con el agua marina, transparente y en calma, y en el cielo, aunque aún falta para la noche, la hermosa luna quiere que sientas su compañía.
La Madre Luna y la Madre Tierra. Si tú que me lees, eres mujer, sabes que nuestra naturaleza femenina, lo mismo que la luna y la tierra, también es cíclica. Una vez me contaron algo muy bello: dentro de cada mujer viven distintas diosas, que se integran en armonía con nuestro ser esencial. En cada fase de nuestro ciclo, predomina una diosa. Hemos de atender sus necesidades y sus dictados, en la medida que nos sea posible, y, así, nos sentiremos completas.
Somos cíclicas y tendremos momentos de diosas exploradoras y ganas de salir al mundo; otras veces, nos sentiremos diosas hechiceras, en nuestras cuevas, invocando la magia; otros momentos, seremos diosas cuidadoras de quienes nos rodean y amamos…Y todas las fases del ciclo están bien porque en su suma está nuestro poder.
Ya veis todo lo que enseña la luna cuando se la mira desde el mar. No hay mejor lugar para escuchar la vida que el entorno natural. Os propongo para este verano que seamos hombres y mujeres, seres humanos, naturales. Que estemos más alineados con la vida.
¿Cómo? Pues, siendo más instintivos, más intuitivos, más salvajes o silvestres. Más sabios, en definitiva. A veces tanta civilización se vuelve antinatural y se nos olvida el entusiasmo por estar vivos.
¡Feliz primera luna llena de julio! Y es que en este mes que vamos a estrenar habrá dos lunas llenas: la primera, el día dos y la siguiente, el treinta y uno. Celebra tanta plenitud (✿◠‿◠)