Las palabras siempre nos acompañan. ¿Te has dado cuenta? Para mí son una compañía de lujo.
Cuando las leo, me permiten vivir otras vidas; cuando, como en este momento, las dirijo a alguien como tú, siento que tienden puentes y cuando, con ellas, escribo cómo me hace sentir la vida, me ayudan a comprenderme y descubrirme, en lo personal.
La escritura personal, la que se produce en el ámbito íntimo, me apasiona. De niña, no escribía, prefería imaginar historias. Buscaba un ángulo de la habitación que no se viera demasiado desde la puerta y allí imaginaba. Eran historias en las que ocurría sólo lo que deseaba. ¡Guau!
Algo más mayor, tuve un diario, de esos de llave y candado. ¿Te suena? La escritura ha sido y es para mí un cobijo, como una cabaña de madera en la copa de un árbol para estar más cerca de las estrellas. Y tú, ¿por qué escribes? o, ¿por qué escribirías?
El otro día, Javi, mi pareja, me leyó un párrafo de la novela «Las inquietudes de Shanti Andia», de Pío Baroja. Mira lo que dice el protagonista:
El ver mis recuerdos fijados en el papel me daba la impresión de hallarse escritos por otro, y este desdoblamiento de mi persona en narrador y lector me indujo a continuar.
Pío Baroja, «Las inquietudes de Shanti Andia».
Otro escritor, Henry Michaux, dice «escribo para que lo real se vuelva inofensivo». Y me encanta María Zambrano en «Hacia un saber del alma». Verás qué belleza:
Escribir es defender la soledad en que se está, es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable (…)
María Zambrano, «Hacia un saber del alma».
Más que de escribir, hoy, de lo que te quiero hablar es de la importancia de «escribirte». De llevar al papel tus pensamientos, sentimientos, emociones…, el cómo te hace sentirte tu vida en el día a día. Como decía antes, una escritura íntima, personal y PODEROSA.
¿Has probado a escribir cuando tienes un problema o hay algo a lo que no paras de darle vueltas?
¡Pruébalo! Si ya lo has hecho , sabes de lo que te estoy hablando. Después de escribir dos, tres, cuatro…, los folios que necesites, llegas al punto y final y…¡milagro!: el problema se ha adelgazado, ya no pesa tanto, es como si, al dejarlo sobre el papel, ocupara menos dentro de ti.
Ahí está el poder de la escritura. Sin embargo, si te quedas en el mundo de los pensamientos, ¿qué ocurre? . Te marearán. La mente empieza una idea y, sin acabarla, ¡zas!…se pasa a otra; es una auténtica saltimbanqui. ¡Y lo más peliagudo! Puedes estar pensando una cosa y, al segundo siguiente, la contraria….y todo es ambiguo, confuso, inconcreto…
Intentar solucionar problemas desde la mente casi siempre te embrolla más. Coge el boli y empieza a escribir: los pensamientos comienzan a salir de uno en uno, con orden, sin pisarse, sin empujarse, de manera fluída.
Con la escritura consigues una distancia muy sana. Ya no eres el títere de tus pensamientos enmarañados, ahora eres tú quien tiene la sartén por el mango. Es aquí donde empieza eso tan maravilloso que llamamos libertad.
¿Y si algo «te duele»? La escritura vuelve a ser fenomenal. Te lo garantizo 100% porque las veces que he tocado fondo, me ha servido. Escribir deshace grumos, ayuda a procesar miedos, insatisfacciones, tristezas…
Y también funciona, con la misma intensidad, para rescatar momentos felices: escríbelos y, además de sonreír de manera inevitable mientras lo haces, los revivirás y los atraerás de nuevo.
DENTRO DE UNAS SEMANAS TENDRÁS MÁS DETALLES SOBRE «ESCRÍBETE Y VIVIRÁS MEJOR»
Estoy preparando un taller on line con ejercicios para despertar tu imaginación y que, luego, al concretarlos sobre el papel ocurra este milagro, que te he contado, de la escritura.
¿Quieres un ejemplo? Es un ejercicio muy divertido. Lo podéis hacer varias personas — en familia, con amigos…– y luego compartir las respuestas. ¡Difrutaréis!
SI FUERAS…
Responde a estas preguntas:
Si fueras un color, ¿cuál serías?
Si fueras un animal, ¿cuál serías?
Si fueras un paisaje, ¿cuál serías?
Si fueras un lugar, ¿cuál serías?
Si fueras un objeto, ¿cuál serías?
Si fueras un alimento, ¿cuál serías?
¿Y si fueras un olor?
¿Y si fueras una prenda de vestir?
¿Y si fueras un sueño, cuál serías?
Escribe las respuestas y, a continuación, alguna frase explicando por qué has hecho esa elección. Por ejemplo, si fueras el color verde, has de responder por qué lo has elegido, qué te hace sentir, qué te sugiere…lo primero que se te ocurra. Hazle caso a tu imaginación SIN FRENOS.