Fuera llueve suavemente : ¡hacía tiempo que no escuchaba este arrullo! Sabe a otoño y me gusta.
Esta semana el cielo nos está dejando mucha belleza. ¿Pudísteis ver el eclipse de luna? Fue precioso. La primera luna llena de otoño, la luna de la cosecha, como la llaman, y encima, coincidió con un eclipse. No me lo podía perder.
Puse el despertador a las 3:30 horas de la madrugada. No hizo falta que sonara. Un cuarto de hora antes ya estaba expectante.
Yo soy muy dormilona y al acostarme esa noche, mientras ponía el despertador, no sabía si cuando lo oyera me buscaría cualquier excusa y me daría la vuelta. Así que mo lo planteé como un reto. Una pequeña meta que iba a tener como recompensa la belleza.
También desconocía si ,a esas horas, desde la ventana de mi habitación se vería a la Madre Luna o, por el contrario, la taparían ya los tejados de alrededor.
Había sorpresa, había ilusión, expectación, ganas, juego, aceptación de lo que tuviera que ser…¿Os dáis cuenta? La luna me ha enseñado que estos son los ingredientes para que cualquier reto sea un éxito: desde el más chiquito, como el que os cuento, hasta el más importante para una persona.
Otra de las reflexiones que me ha entregado la luna de la cosecha tiene que ver con la disciplina. Puede que la palabra te chirríe y hasta te de algo de alergia. Pero no es así. Eso es fruto de una manera equivocada de entenderla.
La disciplina, la buena disciplina, es la mejor muestra de amor y respeto a nosotros mismos que nos podemos hacer. Para mí, tiene que ver con la autoestima. Me explico:
Entiendo que la disciplina es hacer las cosas que amas, que quieres, que eliges hacer porque te sirven para convertirte en la persona que quieres ser.
Desde este planteamiento, no hay sitio para la pereza, el sacrificio, el esfuerzo…o todas esas cosas negativas que solemos asociar con la disciplina. Eso tiene otro nombre y, desde luego, no nos sirve para evolucionar y mejorar como personas, que es lo nuestro, al menos lo tuyo, lo mío y lo del resto de personas que nos reunimos aquí, en Palabras a la Vida.
Cuando haces lo que amas es imposible que la disciplina signifique renuncias. Fluye sola.
Cada vez que quieras implantar un nuevo reto, un nuevo hábito en tu vida, acuérdate de la luna llena de la cosecha y de sus fructíferas enseñanzas:
- Esos pequeños cambios tienen que motivarte, entusiasmarte, conectar directamente con la alegría que llevas dentro. Ya sabes que la alegría no es otra cosa que tu alma en movimiento 🙂
- Y otra cosa importante: para beneficiarnos de esas nuevas actitudes que nos regalan los cambios, hay que mantenerlos hasta que se nos asienten y aquí es donde entra en juego la disciplina , la perseverancia y el compromiso.
Me lo contó la luna en su noche de eclipse y es que ella sabía cuánto lo necesitaba 🙂