¿Qué es la vida?
Sí, ya sé, estarás pensando : » ¡vaya cómo empieza ésta hoy!».
Pero es que ¿hay algo más primordial que la vida?
Para mí, la vida es la historia que nos contamos a nosotros mismos sobre ella. Tiene que ver con dónde ponemos el foco o atención.
A dos personas les puede ocurrir una misma cosa y, sin embargo, vivirla de maneras diametralmente opuestas. Ese relato, esa historia que te cuentas sobre lo que te pasa….eso…..es la vida.
Y somos nosotros los que elegimos el punto de vista o la perspectiva.
Creo que vuelvo a adivinarte el pensamiento y que te estarás diciendo: » a veces no es tan fácil «.
A mí también me pasa. Últimamente me está pasando y, por eso, hoy te quiero contar algo que me sirve. Por si a ti, también, te pudiera ayudar.
Sé que cuando tenemos un problema o una preocupación, o miedo, o incertidumbre…, ese «dolor» lo invade todo. Es como si en nuestra vida sólo existiera el problema. Se vuelve un tirano que lo domina todo.
Y, ¡claro! esto no puede ser ni lo podemos permitir. Primero, porque las riendas sobre nuestras emociones las llevamos nosotras y, segundo, porque ¿crees que es real y objetivo que un problema, por gordo que sea, empañe el resto de áreas de nuestra vida?
Una vida tiene multitud de espacios, como si fuera una cómoda con muchos cajones. El que uno de los cajones no funcione bien, se atasque, no nos puede impedir ver que, en el resto, hay cosas extraordinarias. No es justo ni realista.
Además, hay una serie de preguntas que a mí el otro día me hicieron despertar. Las preguntas poderosas son mejores que las respuestas: ¿cómo está influyendo esta preocupación en mi vida?, ¿qué está evitando que haga?, ¿cómo cambia mi comportamiento cuando ese dolor está presente?.
Y la mejor de todas, que hizo que decidiera ponerme a las órdenes de mi corazón, que siempre acierta: ¿cómo está afectando todo esto a las personas que me quieren? A veces nos resulta más fácil ponernos «manos a la obra» por los demás que por nosotras mismas.
Bueno, pues hay una manera para que cuando estamos preocupados no lo veamos todo del color de los problemas.
Lo primero que tienes que hacer es observar los momentos del día en que eres capaz de olvidar la preocupación. Aunque sólo sean instantes. Toma nota de estos momentos extraordinarios. Apúntalos.
Llamo hechos extraordinarios a esos instantes en que te olvidas del dolor y eres capaz de disfrutar de la vida. Existen siempre. Sea cual sea la envergadura del problema.
Como te digo, escribe esos momentos y detalla qué estabas haciendo, dónde, quién te acompañaba, qué sentiste en ese instante extraordinario, cómo estaba tu cuerpo y…..algo muy importante….explícate a ti misma o a ti mismo, cómo se te ocurrre que podrías volver a vivirlo, qué podrías hacer para que se repitieran estos momentos en los que has logrado olvidarte de tu pena.
Una vez que has hecho esa lista de «momentos extraordinarios» y los has descrito con cierto detalle, llega la parte final del ejercicio.
Te propongo que hagas una redacción de lo que ha dado de sí tu día a partir de esos instantes extraordinarios, es decir, reflejando sólo esos momentos en los que has disfrutado de la vida.
¿Te das cuenta de la diferencia? Podemos hacer el resumen de nuestro día fijándonos sólo en la preocupación y viéndolo todo negro o, por el contrario, podemos resumirlo a partir de los momentos en que nos hemos sentido vivos, con energía, responsables de nuestra vida y disfrutando de ella.
Y lo curioso es que tanto lo uno como lo otro está en la misma vida: la nuestra. Pero vivir con responsabilidad significa elegir y, evidentemente, elegir, muchas veces, requiere trabajo, entrega y compromiso por nuestra parte.
Cuando a mí me faltan las fuerzas, este ejercicio me ayuda.
Hace unos días busqué mis momentos extraordinarios saliendo a la naturaleza. Al principio, la preocupación no me dejaba en paz y me sacudía fuerte, pero luego, la persona que me acompañaba, mi pareja, y el paisaje que me rodeaba, me regalaron tantos momentos extraordinarios que se me ocurrió reflejarlos por escrito.
La historia que te cuentas a ti misma sobre tu vida se llena de luz cuando dejas que los «momentos extraordinarios» entretejan tu relato. Date permiso para ver de esta otra manera. Yo también, a veces, me resisto, pero cuando me lo permito, todo cambia.
Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada para procesar información, ¿por qué no darle la información que nos ayude a crear la vida que queremos? Tengo la convicción de que cuando lo hacemos, el cerebro busca pistas para ayudarnos.
Nuestra historia cotidiana está llena de hechos extraordinarios, y una vez que empezamos a encontrarlos, comenzamos a verlos por todas partes.
La vida es fascinante: sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
Alexandre Dumas