El sendero de la vida tiene sus reglas. Si tienes la sensación de perderte siempre, puedes hacer muchas cosas, incluso aprenderte las reglas.
¡Feliz semana, caminantes!
¿Queréis conocer algunas de las reglas del sendero? En el Juego de la Vida hay reglas, aunque pocas veces se habla de ellas, como si no existieran.
Ser caminante no significa vivir en la improvisación. Ésta es la primera regla.
Muchas veces caminamos al tuntún. No nos damos cuenta de que cuando no elegimos, siempre hay alguien dispuesto a decidir sobre nosotros.
Puedes pensar: ¿y para qué tomar decisiones si no conocemos el camino? No tiene que ver una cosa con la otra. Es cierto que el sendero de nuestras vidas no está cartografiado, y ¡afortunadamente! Pero esto no significa que no podamos elegir la dirección hacia la que encaminarnos: puedo escoger este sendero, cara al viento; aquel, con el sol a la espalda, o, el de más allá, de donde me viene un aroma a flores que me embarga.
¿Por qué son importantes estas decisiones? Porque tú eres un creador/una creadora, haces tu camino con los pasos que vas dando, tú creas lo que tienes.
Ya sé que muchas veces estamos despistados y nos cuesta un triunfo decidir. Es cuando andamos los caminos como esas pobres gallinas decapitadas que siguen adelante sin ningún sentido.
Segunda regla: da un sentido a tu sendero. ¿Cómo?: ponte objetivos.
Que… ¿qué es un objetivo?
Un objetivo no tiene que ser nada grandilocuente. «Es cualquier cosa que te hace sentirte mejor y se expresa como una verdad en ti». La magnífica definición es del escritor Raimon Samsó en su genial libro «Supercoaching». Os lo recomiendo con fervor.
Pues eso: ponte objetivos; darán un sentido a tu sendero. Y cumplirás con la segunda regla del Juego de la Vida.
Hasta hace nada, yo rechazaba los objetivos. Me parecían cosa de «esos tiburones» de los negocios. Los asociaba a «valores» en negativo.
Me he dado cuenta del error: he limpiado los objetivos de las falsas creencias con los que los ensuciaba.
Desde que pongo por escrito «esas cosas que me hacen sentirme mejor y se expresan como una verdad en mí=objetivos», camino con más entusiasmo y más confianza.
Y ahora viene la tercera regla: poner hitos a tu sendero, no significa obsesionarse con ellos.
Si lo haces, te olvidarás del camino y eso es dejar de vivir. Hay amnesias muy, muy caras.
Hay que tener claro que los objetivos, los sueños o los hitos _como quieras llamarlos_ estimulan y dan sentido pero no son un fin en sí mismo. Lo que importa es el proceso para lograrlos; un camino que te transforma. Por eso, lo único que cuenta en esto de los objetivos es en quién te llegan a convertir.
Y volviendo al principio, que ya sabes que me encanta cerrar círculos, en este punto de » en quién quiero convertirme», tú, yo….todos, tenemos que decirlo todo. Es cosa de cada cual cien por cien.
¡Ah! y si un sueño, no te hace disfrutar, no vale la pena. ¡Búscate siempre objetivos que te hagan disfrutar! Pierdas o ganes, te habrás divertido, y eso, no te lo quita nadie.