– » Cuando te sientes bien, todo lo que te rodea está bien. Cuando todo lo que te rodea es lo que tiene que ser, todo te hace feliz».
La chamán respondía con estas palabras a la mujer que se había acercado a la roca rojiza donde no se sabía quién había labrado un asiento en la piedra. Vino aquella mujer a darle las gracias a la sacerdotisa. Nada que ver con la actitud que le había llevado a la gruta unos meses antes.
– «Ahora -explicó a la mujer chamán- me siento una con el viento, con el agua, con los animales, con toda la naturaleza. Gracias a tí, mujer sabia, he podido abrir mi corazón y sentir todo el amor que emana de él».
La mujer que ahora agradecía de esta manera a la chamán había estado viviendo mucho tiempo en el infierno. Allí el corazón se cierra y dentro de cada ser sólo reina el miedo.
– «No te tomes nada personalmente -le dijo entonces la mujer chamán-. Sólo así recuperarás la libertad de elegir y saldrás del infierno».
A veces cuesta apreciar la profundidad de las palabras de una chamán. Y aquella mujer no alcanzaba a entender lo que podía traerle el no tomarse las cosas personalmente.
– «Alguien puede enviarte veneno emocional intencionadamente -explicó la chamán – pero si no te lo tomas personalmente, no te lo tragarás».
La mujer seguía sin entender y la sacerdotisa ahondó en la explicación.
– «Cuando alguien opina sobre tí, aunque esa persona no sea consciente, no está hablando de tí, está hablando de ella. Una opinión es sólo un punto de vista que está motivado por la manera de ver el mundo de unos ojos. Nada de lo que piensen de tí estará realmente relacionado contigo sino con ellos. Y lo mismo cuando tú opinas de alguien».
La mujer empezó a sentir la fuerza de lo que suponía no tomarse nada personalmente.
– » Lo que te duele -siguió la mujer chamán- , no es lo que te dicen . Lo que te duele -insistió- son las heridas que tienes y que esa persona ha tocado con lo que te ha dicho. Eres tú misma quien se ocasiona el daño».
La mujer, que hoy había regresado donde la chamán a darle las gracias, estaba recuperando su libertad. Desde que educaba su mente para no tomarse nada personalmente estaba aprendiendo a confiar en ella misma. Ya no necesitaba de la aceptación de los demás. Se estaba poniendo al timón de su vida.