Podía volver a proncunciar la palabra ¡MARAVILLOSO¡ Ocurre que hay estados de ánimo que roban vocabulario. Expresar es ser y cuando no se puede dar sonoridad a algo es porque se ha desterrado del alma.
¡Y desde hace un momento la vida le estaba volviendo a parecer maravillosa¡ ¿Qué había cambiado? Nada, asombrosamente nada. ¡Y eso volvía a resultar maravilloso¡
¿O quizá había cambiado todo? A veces las transformaciones esenciales pueden parecer lo uno y lo otro, el día y la noche, el negro y el blanco. El equilibrio surge de la integración, como cuando la mujer chamán le aconsejó integrar las sombras para vivir en la luz.
De la aceptación nace la paz con una misma y con los demás. Pero lo que experimentaba era distinto. Como nuevo. Llevaba unos días respirando dolor, sintiéndolo en sus más ínfimas partículas subatómicas. Cuando el sufrimiento se hace tan presente la vida se ausenta. Se vaga por un vacío que engulle y el peso de la nada descoyunta. No se es más que un fantasma penando por unas lágrimas que no existen para ese llanto.
Acababa de pasar por aquel trago y desde hacía un instante la vida le había vuelto a parecer maravillosa. Cada vez estaba menos tiempo en el túnel y sabía salir. Los poderes con que la había investido la mujer chamán volvían a funcionar. Con una fortaleza renovada.
Había estado rota pero cada día se había aferrado a su magia. Como una autómata. Sin fuerzas casi para repetir sus frases prodigiosas. Pero las había pronunciado. A veces con poca fé, otras con desgarro, en ocasiones con desesperanza, pero siempre mirando al cielo estrellado.
¡Y hacía un momento la vida le había vuelto a parecer maravillosa¡ «No dejes de practicar tu magia» -sintió el eco de la mujer chamán-
«Te has comprometido firmemente con ella -continuó-. Día a día has decidido actuar de un modo que a su vez va modificando tu mente y propicia conductas futuras»
«Lo que decides hacer hoy determina lo que harás mañana y toda la vida»
En la boca del estómago, después de conectar con la mujer chamán, sentía una alegría palpitante que se expandía por su ser en forma de círculos concéntricos como las ondas en el agua.
Tenía la certeza de que las palabras mágicas con las que saludaba cada día, incluso los más aciagos, se habían fusionado ya con su mente, la habían embelesado, y como cualquier enamorada, ella, la mente, estaba eligiendo nuevas conductas y vivencias.
Por eso la vida, la misma que hace nada le dolía, le estaba resultando maravillosa.
Se prometió no dejar de practicar jamás su magia. Es la única manera de cambiar hacia donde se quiere.