Unas reflexiones y un cuento para despedirnos del victimismo y ser plenamente responsables de nuestra vida. Ahí está el poder y no en la queja.
¿Qué tal?, caminantes. ¿Sóis conscientes de la belleza del sendero? Ésa es la misión de cualquier caminante porque , no lo olvidéis, la vida no es otra cosa que el camino.
En el mío, me gusta pararme a leer blogs y páginas que me resultan inspiradores. Suelo aprovechar, como asiento, el tronco amplio, robusto y bello de cualquier árbol. Siempre me han parecido los seres vivos más bellos.
Soy seguidora de Lou. Cada semana nos manda «una intención» para que la hagamos nuestra y la trabajemos con la idea de mejorar como personas.
«La libertad -dice uno de esos envíos- es lo que tú haces con lo que te han hecho». ¿Os dáis cuenta de lo grande que es esto? Significa que somos cien por cien responsables del enfoque que damos a lo que nos ocurre. Aceptar esto es incompatible con la queja y el victimismo, esa manía de la mente de echar balones fuera: «es que los demás….; es que yo siempre tengo mala suerte; es que a mí me lo ponen más difícil…..»
Esta manera de actuar sólo nos quita poder. ¿Por qué? Porque se lo estamos dando a otros. Cuando me quejo estoy admitiendo que lo demás -personas, situaciones, cosas…- es lo que decide mi vida. Es un error. Esto no es libertad; es esclavitud.
Ser libre es decidir cómo me tomo lo que me trae la vida, qué interpreto de ello, qué aprendo, qué me está diciendo sobre lo que he de cambiar. Y luego, actuar en consecuencia. La libertad es volvernos responsables de nuestra vida.
Lo de fuera se soluciona desde dentro
-En cualquier árbol -dijo la mujer chamán señalando al ciprés– hay dos. Uno crece para arriba: es la copa que vemos; y el otro, para abajo: son las raíces. ¿Cuál es más importante?
–Uno depende del otro -contestó un joven con los ojos verde aceituna-
La mujer chamán extendió los brazos y se volvió hacia el ciprés un momento, con un gesto de sumo respeto.
–Si no cuidamos las raíces – lo invisible- , la copa sufrirá. El fruto que se cosecha depende, por lo tanto, de la atención a esa parte interior, soterrada, invisible. Lo que ocurre es que como está debajo del suelo casi siempre la obviamos. ¿Os dáis cuenta? Es lo mismo que hacemos en nuestras vidas.
-¿Y dónde está nuestra raíz? -quiso saber una mujer que alternativamente se miraba a ella y al árbol-
–En nuestro interior. Ésa es nuestra parte espiritual. Para cuidarla -explicó la chamán- hemos de expulsar los valores que no son los nuestros y entender las emociones. También hemos de deshacernos de las creencias que no nos hacen bien y sustituirlas por otras que nos den alas y nos permitan ser quienes de verdad somos. Cuando podamos y abonamos el suelo espiritual, fuera, en nuestra vida, siempre recogeremos.
Durante unos segundos la mujer chamán guardó silencio y continuó:
-Ése es el proceso: dentro/fuera, y no al revés. Recordad -insistió la chamán- soluciones espirituales para nuestros problemas materiales.
Nota.- Esta historia me la ha inspirado una charla que he escuchado en internet a Raimon Samsó. Él formula y nos enseña estas recetas. Una de las más motivadoras para mí es «soluciones espirituales a problemas materiales». Volviendo a como he empezado el post: es un regalo enorme que las personas inspiradoras nos permitan acceder a su grandeza.
ESO ES, EL ÁRBOL DE LA VIDA.
A MI TAMBIÉN ME ENCANTAN LOS ARBOLES, ME GUSTA ABRAZARME A ELLOS.
GRACIAS GARBI. ME ENCANTA.
LIBRES PARA DECIDIR Y RESPONSABLES DE NUESTRAS ACCIONES. SÓLO NOSOTROS MISMOS, NO LOS DEMÁS.
¡Muchísimas gracias, Alicia, guapa!
Libres y responsables, sí señora: un magnífico resumen de la entrada. Has llegado directa a la esencia.
Te deseo lo mejor y, sobre todo, mucha, mucha belleza, como la que ya irradias y modelas con tus manos 😉