Sólo hay que estar receptivo y sin forzar nada. Entonces, verás que la vida te da pistas sobre tu camino. Mirad mi historia del «corazón mágico». No es casualidad.
¡Hola, caminante!
Salgo a tu sendero por sorpresa. Sé que esta semana ya he estado contigo. Pero quiero repetir, si me lo permites.
Tengo un «corazón mágico» y lo llevo colgado al cuello. Por eso estoy tan contenta y te lo quiero contar.
Es una de las » joyas a la carta» que diseña Elisa, de Enalai. Elisa está siendo para mí una de esas «hadas madrinas» que, de vez en cuando, te trae la vida.
Me la he encontrado por «casualidad» que, ya sabes, no existen. A este tipo de casualidades — que no existen –, el psicólogo Carl G. Jung las llamó «sincronicidades«. Ocurren cuando las cosas, las de dentro y las de fuera, se unen de un modo que no se puede explicar, pero que tiene un sentido para la persona que lo vive. En mi caso es un sentido mágico.
A Elisa llegué por una charla que escuché en youtube mientras hacía bici estática y que, en principio, nada tenía que ver con ella, ni por lo más remoto. Desde que ella camina en algunos tramos a mi lado, en mi paisaje hay más luz. Para que no deje de alumbrarme, le he encargado una de sus » joyas a la carta». ¡Mirad la hermosura que ha creado! Yo se lo he querido agradecer con un escrito : una mitad, está en este blog, y la otra, en el suyo. Si lo visitáis, nunca olvidaréis su universo de plata.
Elisa tiene un bebé y cuando ella y yo hablamos por teléfono, la pequeña balbucea.
En la manera de hablar de Elisa, hay silencios, y me dicen: «exprésate, que te espero»
Su voz es serena y suave, como los balbuceos de su niña.
«La tengo aquí, en el regazo» –me desvela mientras hablamos por teléfono–
Elisa es artesana y, con las mismas manos que abraza a su bebé, talla hermosas joyas de plata.
Yo le he pedido un talismán, porque desde que escucho su voz pausada , me visita más y más la magia.
Me ha traído la fuerza del entusiasmo y un cortejo de hadas madrinas: Diana, Mariaje, Marta, Mónica y ella misma, Elisa, como gran maestra anfitriona.
No conocía a ninguna de estas mujeres y cada una me ha dejado algo de su magia.
Por eso le he pedido este talismán: para atesorar sus pequeños grandes poderes.
Acabo de recibir mi «corazón mágico». Así lo ha llamado Elisa . ¡Es pura belleza!
Parece venido de otro tiempo: de una época muy, muy lejana, antes de que ocurriera algo que no sabemos qué fue pero que nos separó de un lugar hermoso. Él, sí conserva aquella memoria y aquella belleza: por eso es mágico.
Después de acariciarlo una y otra vez, le he pedido permiso para retratarlo. Cuando la luz incide en su «mitad corazón- mitad herradura», centellea, y devuelve el fulgor naranja de un precioso amanecer.
Elisa, conozco tu voz sin rostro –las cosas del teléfono– y ahora, en nuestro «corazón mágico» se ha colado algo de tu alma: esa fuerza creadora que tenéis las artesanas y que tú expresas con descomunal belleza.