Es la hora de nuestra dimensión más emotiva y creativa. Nos dará ideas nuevas para mejorar. ¿Desde dónde ves las cosas? » Lo esencial es invisible a los ojos «.
Seguro que te ha pasado más de una vez:
- Vas pensando en alguien que hace tiempo no ves…Entras en el autobús y ¡ahí está!
- Sabes que andas justo o justa de batería, llegas al punto y final de lo que te interesaba leer y ¡sólo entonces se apaga la pantalla!
- Te sientas a llamar por teléfono y ¡en ese justo momento! recibes la llamada de la persona a quien ibas a telefonear
- O, vas por la calle, y lees, escuchas o te cuentan algo que ¡te da una solución! para eso a lo que no parabas de darle vueltas…
La lista podría ser interminable…¿Por qué no? : ¡anímate a contarme tu caso!
Ya sé que para mucha gente son sólo casualidades. Para mí, no. Creo firmemente que hay una dimensión intangible de la vida, un lado creativo, imaginativo, misterioso, ¡pura magia!… Es ese «otro lado», cuyas facultades suelen situar en el hemisferio derecho de nuestro cerebro.
Tiene que ver con la intuición. Es una sabiduría, cuando menos, apasionante, porque nos permite saber cosas que no tenemos ni idea de por qué ni cómo las sabemos. Es un misterio maravilloso. Para que nos funcione la intuición, hay que hacerla caso.
A veces nos cuesta. Un día alguién me contó que, de vuelta a casa, debía ir al supermercado a hacer una compra. Hubo un momento en que tuvo la corazonada de hacer el recado en otra tienda, en lugar de en la habitual. ¿Sabéis qué paso? Cuando llegó al super de costumbre, estaba cerrado.
Por eso, es importante dejarse llevar por la intuición, atender esas señales, para algunos «casualidades», que nos manda la vida y dejarnos ayudar por este otro tipo de percepción a la que no estamos acostumbrados, pero que es tan real como la percepción sensorial.
¿Os suena el «Método Silva»? Es un conocido método con técnicas de autocontrol mental. Uno de los ejercicios nos invita a crear a nuestros consejeros personales. Se trata de imaginar, con todo lujo de detalles, un hombre y una mujer que serán nuestros consejeros; unas personas a las que acudir cuando tengamos una preocupación.
Yo tengo los míos. Existen en mi imaginación y sé cómo son sus ojos, su cabello, cómo visten, cómo sonríen, cómo hablan…Y, por supuesto, tienen su nombre propio. ¿Y sabéis qué es lo sorprendente? : que funcionan.
Hay temporadas que ni me acuerdo de ellos, pero otras veces, necesito y busco su opinión: la de ella, la de él o la de los dos, depende. Y digo que es sorprendente porque, a través de ellos, se canaliza esa voz interna que todos tenemos y que es pura intuición.
En este ejercicio, se cierran los ojos, hay que relajarse y luego se lanzan las preguntas a los consejeros.
Siempre que lo he hecho he obtenido respuestas; la única clave es , simplemente, darnos permiso para que salgan las respuestas que ya teníamos dentro.
Lo que ocurre es que unos momentos antes, en el trajín del día a día, éramos incapaces de conectar con «esta sabiduría». Los «consejeros» es una herramienta que nos ayuda a que aflore.
Invéntate unos consejeros o llámalos como te apetezcan; invítalos a que te acompañen en tu vida, que te regalen esa dimensión mágica, intuitiva, instintiva que, casi siempre, relegamos y, sin embargo, ¡llena tanto!
¿Sabes lo que enseña esta dimensión de la vida?
- Que no importan el tiempo y el espacio y, por tanto, apreciaciones como «es demasiado tarde para lograr esto o se me ha pasado mi oportunidad», no tienen ningún sentido. Siempre podemos comenzar el camino que queremos. Siempre estamos a punto.
- Y otra cosa bestial es que, desde esta dimensión, tampoco existen los errores o las decisiones incorrectas. De todos los pasos, se aprende y, para evolucionar, lo más grande que nos puede pasar es haber fallado.
¿Estás dispuesta, estás dispuesto, a abrir tu mente y escuchar?