NAVES HACIA TU CORAZÓN CADA 5 MINUTOS
Corazón
Nos pasamos media vida intentando vivir desde la cabeza. Y no nos damos cuenta de que la programación mental es la atmósfera menos pura para construir un hogar.
La mente es obsesiva y nos machaca con incesantes pensamientos, muchas veces poco agradables. Preocupaciones, juicios, críticas, comparaciones, reproches, obligaciones…En semejante atmósfera, como te decía, es imposible construir un hogar. Por eso, mientras sigamos en su espacio, nuestro vacío será cada vez mayor y nos sentiremos incompletas, perdidas, sin ilusión, cansadas.
Pero suele ocurrir que, en medio del malestar, un día algo nos despierta y nos llenamos de lucidez. También es cierto que la lucidez duele. Entonces, atónitas, comprobamos que desde la mente, donde estábamos viviendo, salen cada cinco minutos naves con destino a nuestro corazón. Han estado despegando de ahí, cada cinco minutos, durante toda nuestra vida, invitándonos a viajar en ellas y ¡no hemos sido capaces de verlas!
El corazón es el único territorio donde podemos construir un hogar. Nunca en la mente. ¿Que cómo sabemos que estamos en el corazón?
Es muy fácil. La mente exige, valora, compara, critica, es inflexible, se fija en la escasez, en el miedo…El corazón comprende, perdona y libera. ¿Ves cómo en el corazón es posible construir tu mejor hogar?
Pero nos cuesta mucho darnos cuenta de lo importante que es volar hacia él — aunque salgan naves velocísimas cada cinco minutos, como te explicaba — El problema es que nos han enseñado a vivir en la programación mental y ahora hemos de desaprender. Nos pasamos media vida aprendiendo y la otra media desaprendiendo lo aprendido. Lo leí una vez y ¡es así!
Cuando estamos en modo «mente obsesiva», saltamos de una preocupación a otra, de una pena a otra, de un miedo a otro, sin parar…Es como si ese pensamiento negativo llamara a todos sus hermanos y a toda su familia y entonces, ¿qué pasa? Pues que lejos de sacarnos de donde estábamos, esa enorme cadeneta de pensamientos negativos nos va hundiendo más y más.
Pero mientras estamos en esa tormenta mental, la vida nos sigue mandando señales, aunque nos cueste verlas y oírlas. ¿Sabéis a mí quién me despierta?
Muchas veces es mi gatita Mía. Cuando estoy encerrada en mi cárcel mental es como si ella lo oliera. Entonces viene y maúlla suavemente para rescatarme, o se tumba para que le acaricie la tripa… y si sigo sin salir del laberinto, me pone la patita encima. Esto último me hace mucha gracia y le digo: «Gracias Mía por hacerme reiki» 🙂
Siempre hay algo o alguien a nuestro lado que nos permite descolgarnos de lo que nos atrapa en la mente. Otras veces es la charla, en persona o por teléfono, con alguien que nos quiere, a la que le contamos nuestras «comeduras de tarro» y nos permite volver a nuestro centro con sus palabras y sus recomendaciones. El otro día hablando con mi amiga Marisa, también me recordó el poder de la escritura.
Es curioso, fue ella quien me lo tuvo que recordar, lo mismo que yo os lo recuerdo a vosotras. «A ti que te gusta tanto escribir — me dijo –, escribe para desenredarte de tus pensamientos.»
La escritura y lo demás que os he contado sirve para una cosa fundamental: para dar dos pasos hacia atrás. Cuando estamos en el modo «mente obsesiva» nos ponemos en el neocórtex, en la frente, — como dice mi maestra María Tolmo — Es como si apretáramos la mandíbula y nos recogiéramos en la parte delantera del cerebro, en nuestra zona frontal.
Para salir de ahí hay que dar dos pasos hacia atrás. Y con ese retroceso logramos situarnos detrás de nuestra columna vertebral. Pasamos de la frente a detrás de la columna vertebral. Y entonces, ¿sabes lo que ocurre?
Hacemos hueco, creamos un espacio en el que puede surgir nuestro Yo Observador. Es el yo que para un momento y observa lo que está ocurriendo: ve que nos estamos yendo de nosotras y nos da herramientas para que volvamos a casa, para que regresemos a nuestro corazón.
Son las señales de la vida, las naves de regreso al corazón, el reiki de mi gatita Mía, o las palabras de mi amiga Marisa… Da igual cómo lo llamemos. Es simplemente la vida queriendo que fluyamos con ella, dejando el cautiverio de la mente.
La vida es como el agua. Si fluimos con ellas, nos sostienen. Se lo leí el otro día a Axel Piskulic y me encantó.
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Mariam dice
Me encanta todo lo que pones, y me identifico ..hasta con lo referente a tu gatita, yo tambien tengo un gato»Viriato» y hace lo mismo. Para mi es » Gatoterapia». Tambien desde hace mucho «Escribo» ..y estoy aprendiendo a hacer Mandalas. ..Estoy abierta a todas las enseñanzas que nos ponen en el camino. Gracias.
Palabras a la Vida dice
¡¡ Hola, Mariam !!
¡Qué bien, cuántas cosas compartimos!
Estoy encantada de que me hables de Viriato 🙂 y me gusta que hayas acuñado la palabra «gatoterapia». Es muy acertada.
Me hace ilusión que las dos escribamos. ¡Qué poderosa es la escritura para sentirse mejor! ¿verdad? También hubo un tiempo en que coloreaba mandalas; no los hacía, solo los pintaba y es una herramienta muy potente también para anclarse a cada momento, al presente, al aquí y al ahora, y que la mente deje de marearnos con sus vagabundeos.
Muchas gracias, Mariam, por hablarme de ti y por compartirlo en nuestra comunidad de Palabras a la Vida 🙂
Bienvenida y bienhallada.
¡¡ Un abrazo grande !!
Maria dice
Gracias Garbi por recordarnos donde está nuestro hogar. <3
Por suerte, si nos olvidamos tenemos a nuestro lado seres tan maravillosos como Mía y sus patitas. jeje 🙂
Un besazo,
Maria
Palabras a la Vida dice
¡Muchas gracias a ti, María!
Tú, como maestra, me has dicho muchas veces que para tener ejemplos de cómo es fluir con la vida, basta contemplar a nuestros gatos 🙂
¡Y es tan cierto!
Hay una frase de Eckhart Tholle, muy al hilo de esto, que me encanta: «He vivido con varios maestros zen, todos ellos gatos»
¿A que es genial?
¡¡ Un abrazo grande !!