Toma una respiración profunda…y espira.
Vuelve a respirar profundamente y al expulsar el aire suéltate: suelta tu cuerpo, tu mente…; observa cómo vas aflojando tus músculos y tus órganos, cómo vas soltando la culpa, el enfado…las ideas que te hacen sentir no merecedora…
Suéltalo, déjalo ir. Date permiso para desprenderte de ello y sentirte tú misma.
Una tercera vez: respira con profundidad y espira…
Ahora que ha desaparecido la resistencia, siente la quietud. Es una idea de mi maestra y mentora María Tolmo.
Ella explica de una manera inmejorable que entre un pensamiento y el siguiente, entre un sentimiento y el siguiente, hay un espacio en el que aparece la quietud.
Un espacio fértil en el que sembrar las semillas de los pensamientos y sentimientos positivos que queremos tener. ¿Quieres comprobarlo?
No sé si a ti te ocurrirá, pero a mí sí. Hay días que me levanto triste, apagada e incluso enfadada. Al principio me desconcertaba, no sabía por qué. Hasta que un día cogí un papel.
Hazlo tú, si te apetece: coge un papel y haz una línea vertical, de arriba abajo que lo divida en dos columnas. En la de la izquierda pon: «pensamientos negativos» y en la de la derecha, «pensamientos positivos».
Lo que te iba contando: esos días que me levanto en modo «negativo», cojo un papel y escribo tres o cuatro pensamientos que estoy teniendo. La primera vez que lo hice me dije: «¡Oh, Dios mío, cómo no voy a estar triste y sin energía con semejantes pensamientos!»
Lo que piensas es lo que sientes y lo que sientes, lo que haces. ¿Te das cuenta de la cadena que vamos creando cuando pensamos en negativo? Esto es tan básico como importante porque cuando tomas conciencia de ello estás llegando al quid de la cuestión. Desenmascaras el proceso y es cuando puedes cambiarlo.
Escribe en tu papel, en la columna de la izquierda, tres o cuatro pensamientos de esos que te amargan, te preocupan, te entristecen, te empequeñecen…¿Ves todas las consecuencias que tienen en nosotras los pensamientos negativos?
Cuando los hayas escrito comprenderás que es normal sentirte como te sientes. Es más, verás que es impepinable sentirse así porque nadie en el mundo podría sentirse de otra manera teniendo semejantes ideas.
¿Qué vamos a hacer? Pues cambiarlos. Así de simple. Cuando tienes unos pensamientos y unos sentimientos que no quieres para ti porque no te hacen bien es el momento de cambiarlos por otros que te impulsen.
Eres libre para elegir tus creencias. Libre e inteligente. Porque tener unas creencias que te sabotean y te amargan la vida sería todo lo contrario a un ejercicio de inteligencia. Y tú la tienes. Eres una mujer libre, inteligente, creadora y te mereces crear una vida libre, inteligente y creativa. Simplemente.
Así que volvemos al papel y ahora nos centramos en la columna de la derecha. Junto a cada pensamiento negativo — columna de la izquierda — vas a escribir su versión en positivo en la columna de la derecha.
Dale la vuelta y ponlo en positivo, en primera persona y en presente. ¿Un ejemplo?
Imagina que en la columna de la izquierda, en la de los pensamientos negativos, has puesto: «Creo que muchas veces soy débil». Vamos a la columna de la derecha, a la de los pensamientos positivos y le damos la vuelta: «Tengo fortaleza plena hasta en la última de mis células».
¿Notas las diferencia? Yo ya la estoy notando simplemente mientras escribo para contártelo. Es algo muy sencillo y muy, muy pontente. Te lo aseguro porque llevo tiempo practicándolo.
Eso sí, esta limpieza de pensamientos y sentimientos requiere mucha práctica. Los dientes te los lavas todos los días, ¿verdad?. Pues los pensamientos y los sentimientos, también, y varias veces cada día. Practica, practica y practica.
Coge cada creencia en positivo y repítela, primero en voz alta, y luego mentalmente, las veces que haga falta. Haz una respiración profunda y al espirar visualiza cómo esa nueva creencia llega hasta el último rincón de tu cuerpo, hasta tus últimas células, moléculas y átomos y se integra en ti para siempre.
Y, sobre todo, como dice María Tolmo, confía. Ten confianza absoluta en que la misma energía que te ha creado, te va a ayudar a conseguir esa creencia positiva.
Esa energía te guía, te protege, te mantiene a salvo. Déjate llevar con total confianza. Fluye con ella.
Percibe que la quietud se apodera de ti. Ábrete a ella. Y manteniendo esa sensación, confía en ti. Y recibe. Recibir tiene que ver con agradecer y con asimilar. Da las gracias por todo lo que ya tienes y asimila, abraza, lo que vaya llegando a tu vida, sea lo que sea.
Lo que hoy te he contado en esta entrada a mí me está siendo de un gran valor cada vez que me pierdo. Me lo están enseñando mis maestras, sobre todo, María Tolmo, y me apetecía compartirlo contigo porque es muy poderoso.
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Me parece muy buen tema y práctico.para ayudarnos a estar mejor.
Muchas gracias, Norha !! Es cierto, soltar sentimientos y creencias que no nos hacen bien es básico para sentirnos enfocadas, a gusto y poderosas en lo personal. Además para que lo bueno llegue y se quede en nosotras, necesita un espacio que lo contenga. Así que a soltar y a hacer hueco para lo mejor que ha de venir 🙂 Muchas gracias por compartir. Besos!!