LA PRÁCTICA DE LA GENEROSIDAD NOS PERMITE DEJAR DE PENSAR EN LO QUE NO RECIBIMOS Y CENTRARNOS EN LO QUE PODEMOS DAR
La práctica de la generosidad
Cuando las cosas no salen como esperaba, me gusta pensar que la vida es un campo de ensayo. Algo así como un taller de experimentación abierto las 24 horas.
Es una idea que me alivia porque, después de una decepción, me permite regresar al mundo con las ganas de probar con otra actitud, a ver qué pasa. Decido que, cuando me surja de nuevo una situación parecida, experimentaré con otro enfoque, pondré en movimiento otras emociones, practicaré con una mirada diferente.
Sentirme en un campo de experimentación es un estímulo para seguir probando y no quedarme anclada en lo que no salió bien. También me despierta cierta curiosidad que me ayuda a rebajar el miedo a las situaciones cuando empiezan a complicarse.
El otro día alguien me dijo que es muy importante fijarnos en los cuentos que nos contamos, en las películas que nos hacemos sobre lo que nos ocurre. Y para que pusiera a prueba mi mentalidad, me planteó un ejercicio que ahora te traslado.
Imagina que tienes un problema, del tipo que sea, y se lo cuentas a tres personas. Dos de ellas se van a mostrar muy cercanas y comprensivas contigo y te van a dar su apoyo.
Sin embargo, cuando a la tercera persona le cuentas lo que te ocurre, te responderá que ella conoce a alguien que también tiene ese problema pero mucho más grande que el tuyo y no te hará demasiado caso.
Con esta tercera persona te sentirás a disgusto, porque se ha mostrado distante y poco solidaria contigo.
Como ves en el ejemplo, dos personas han sido amorosas contigo y una, poco agradable. Cuando llegas a casa, ¿de qué historia te acuerdas más? ¿a cuál le das más importancia? ¿cuál de ellas tiene más presencia en tu mente?
A veces nos centramos en la única historia que ha sido negativa. Las ocasiones en que nos ocurre esto es porque funcionamos con una mentalidad de carencia. Es una mentalidad que se centra en lo que no hemos recibido, en lo que no tenemos, en lugar de enfocarse en todo aquello que sí recibimos y tenemos.
Cuando te sorprendas contándote este tipo de historias que nos hacen sobredimensionar lo que no recibimos , es posible cambiar el chip. ¿Sabes cómo se combate la mentalidad de carencia? Con la generosidad. El antídoto que combate esa mentalidad es querer ser generosa.
Cuando nos preguntamos qué podemos dar, estamos asumiendo que tenemos. Tenemos capacidades, recursos, amor, tiempo, vida, cosas…Por eso, cuando practicamos la generosidad estamos conectando con nuestra plenitud. Hay un cambio de posición. Ya no estamos centradas en «yo necesito» sino que nos enfocamos en «qué puedo dar a otros». Pasamos de una premisa de carencia a una de abundancia.
La generosidad nos permite experimentarnos de otra manera. Transforma el entendimiento de lo que somos ¿Qué tipo de persona pienso que soy: soy alguien que necesita y que no ha recibido o soy alguien que quiere dar?
El ejercicio de la generosidad nos permite, además, reconectar con nuestra naturaleza bondadosa, nos pone en contacto directo con ella, algo que las personas necesitamos. Por eso, cuando demos, aprovecharemos para expresar agradecimiento, de una manera interna, hacia las personas que nos permiten dar.
Para practicar la generosidad me han enseñado un ejercicio muy bonito:
3 veces al día, conscientemente, haz un acto generoso. Mira una situación o a una persona y pregúntate qué le puedo dar, qué puedo yo aportar aquí.
Puede ser un abrazo, una sonrisa, escucha o atención plena, por ejemplo, apagando el móvil. Pueden ser también cosas materiales. Te puedes plantear coger una cantidad de dinero, meterla en el bolsillo, y cuando veas a alguien pidiendo, saber que tú definitivamente le vas a dar.
No se trata de una mera transferencia de bienes. Necesitamos hacerlo conscientemente y sentir que queremos darle algo a esa persona, que queremos aportarle algo.
No podemos, evidentemente, dar a todo el mundo lo que necesita, pero siempre tendremos algo que aportar a su situación: tiempo, atención, amor, compasión, compañía …
Con esta práctica se irá produciendo en nosotras un cambio de orientación. Aunque en nuestra biografía haya habido momentos en los que no recibimos algo que necesitábamos, aún así, empezaremos a ver toda la generosidad que ha habido y hay en nuestra vida, todo lo que recibimos, si no de esa persona en ese momento, sí de otras personas, de otras situaciones y del mismísimo planeta, ¡qué generosa la Madre Tierra con todo lo que nos regala!
Barajas de la Felicidad de Palabras a la Vida
Isabel Garcia Garcia dice
Yo creo que nací con la palabra generosidad escrita en la frente. Da risa al leer esto, pero es así. Desde siempre fuí consciente de que tenía que abrazar, besar, decir una cuantas palabras de ánimo, perder tiempo en escuchar, y dar amor….. en especial dar amor, me hace sentir que mis heridas son sanadas y curadas viendo como las personas se sienten atendidas, escuchadas, abrazadas… Gracias a Palabras a la Vida por permitirme escribir estas sencillas palabras. Un abrazo enorme querida Garbi.
Palabras a la Vida dice
Querida Isabel:
Cada vez que me escribes puedo comprobar que eres un alma generosa.
Escuchas, cuidas, atiendes, das cariño, apoyo, sonrisas…, aunque no las vea, se dejan sentir entre los renglones y casi siempre me contagias y consigues que te lea también sonriendo.
Muchas gracias a ti por tu torrente de generosidad y por permitirme palparlo. ¡Se hace tan vívido!
¡¡ Un abrazo grande !!