Diosa, feliz solsticio, feliz navidad
Acabamos de entrar en el invierno: el territorio del Norte.
Cierra tus ojos, siente el frío en la piel, llena con él tus pulmones y que se produzca la catarsis.
Que el arie frío te limpie de lo que no te corresponde:
creencias que te empequeñecen y te ahogan
límites que nadie dijo que fueran tuyos
programaciones autoimpuestas e impuestas.
Que el viento del Norte los arranque de cuajo
y deje en ti vía libre para llegar a tu Centro.
Siéntelo a la altura de tu plexo solar
experimenta esa esfera de luz que eres.
no es pequeña; es enorme, sólo que no la has desplegado.
Como si entre el dedo índice y el pulgar tuvieras un botón, sube su intensidad.
Amplía esa esfera. Más.
Que vaya creciendo y expandiéndose. Más y más.
Hasta alcanzar la punta de la cabeza, la punta de los dedos de las manos, la punta de los dedos de los pies.
No te detengas. Haz de esa bola de luz una gran estrella, que se mueva contigo allá donde vas, que inunde los espacios por donde te mueves.
Aprovecha el solsticio de invierno y la oscuridad para tomar conciencia de tu luz. Este es un momento entre dos mundos: de la profunda oscuridad acaba de nacer la incipiente luz.
Ahora es solo un bebé. Llena de velas encendidas tu hogar y ayuda a que esa luz recién nacida crezca. Y dale las gracias a la oscuridad porque ha parido la luz. Eso es el solsticio de invierno. El yin de la oscuridad alumbrando el yang de la luz. El recogimiento de lo oscuro pariendo luz.
Celebra la oscuridad, como la del útero materno, como la de las entrañas de la Madre Tierra, como la de la materia negra de donde nacen planetas y estrellas. Ahí está el principio de lo femenino. Su fuerza creadora, la fuente de la intuición, de la inspiración, el manantial de nuestra fortaleza.
Que la oscuridad que da paso a la luz te conecte con la Diosa que hay en ti,
con la que sabe lo que hay que saber, la que ve lo que hay que ver y la que escucha lo que hay que escuchar.
Cuando de noche, con luna o sin ella, sientas a tu mujer salvaje, ábrele la puerta, déjala salir y que los lobos la acompañen. Permite a tu Diosa Salvaje que extienda sus brazos, y que vuelva su rostro al cielo y a las estrellas, y que corra descalza, sintiendo la tierra y sintiendo el agua y que grite mientras los lobos aúllan su canción que a tu Diosa le recuerda la suya.
Y llora sin medida cuando te duela ese vacío, que acompaña a cada mujer, por todas las veces que nos han arrancado o nos arrancan lo salvaje femenino. Que tus lágrimas fecunden tu corazón y nutran la tierra para que la oscuridad acune la luz que será.
Corre, mujer salvaje; salta, baila, crea, exprésate, acúrrucate, mímate, ábrete a la Diosa que hay en ti. Entrégate al misterio que eres, al magnetismo que te envuelve, y sé libre, escandalosamente libre.
Ya eres completa, no has de hacer nada, todo está en ti.
Sé, sólo has de ser, a eso has venido, a ser auténtica, salvaje, libre, creadora.
Ya lo estás haciendo. Sigue en el camino y escucha a los lobos. La sabiduría ancestral te acompaña.
¡Feliz solsticio de invierno y Feliz Navidad!
«Yo me mimo porque soy una Diosa» sigue alumbrando módulos. Esta semana ya está disponible:
CONFIANZA DE DIOSA
Tu Diosa es confianza total y cuando confías, hay apertura y serenidad, y vivir es mucho más sencillo.
En este módulo te surto de recursos y herramientas para que de una manera muy práctica despiertes tu confianza de Diosa, aprendas de dónde nace y la despliegues a cada instante. Cuando confías, ocurren los «milagros».
En este módulo aprendes los pasos para hacer una limpieza «detox» de tu mente; aprendes también a hacer hueco a tu Diosa, porque a veces no la experimentas porque simple y llanamente no le dejas «espacio físico» y te enseñaré, además, los secretos de la palabra de una Diosa.
También podrás reflexionar sobre esta cita:
Alejarse de algunas personas, también es protegerse.
Irse de algunos lugares, también es cuidarse.
Cerrar algunas puertas, también es quererse.
LOUISE L. HAY
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